Atrapada en el probador

Para muchas mujeres, adquirir nuevas prendas de vestir supone un auténtico suplicio que requiere mucho tiempo, esfuerzo, dinero y no menos frustración

Najat el Hachmi: "Atrapada en el probador"

02:00

Descargar

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Cadena SER08/06/2023 - 06:02 UTC

Yo en los probadores de las tiendas de ropa siempre me he sentido como López Vázquez en La Cabina. Así de angustiante me ha resultado enfrentarme a tan típico espacio de la sociedad de consumo. Cuando tengo que hacer un cambio de armario rezo para que la ropa de la temporada anterior me siga valiendo y así evitar ir de compras.

Lejos de esas divertidas y glamurosas escenas que aparecen en series y películas americanas, para muchas mujeres adquirir nuevas prendas de vestir supone un auténtico suplicio que requiere mucho tiempo, esfuerzo, dinero y no menos frustración. Al principio creíamos que la culpa era nuestra, por no ser suficientemente delgadas, altas, por tener poco de esto o demasiado de aquello, pero al compartir nuestras experiencias de probador nos damos cuenta de que la que da en un plis-plas con la talla perfecta y sale radiantes y satisfecha de detrás de la cortina, es un caso tan excepcional como un trébol de cuatro hojas o el amor a primera vista con final feliz.

Casi nadie encaja en los patrones estandarizados porque los humanos tenemos la particularidad de ser infinitamente diversos en nuestras medidas y el objetivo principal de la industria de la moda, lo sabemos de sobra, no es precisamente que nos sintamos bien en nuestra piel, algo que por lo visto no les saldría muy a cuenta. Ya sé que les vengo a estas horas con un problema del primer mundo, pero mientras no sea socialmente aceptable ir por la vida en cueros, nosotras, las mujeres, seguiremos atrapadas en el temible cubículo, solas con nuestras angustias vestimentarias.