'Secaderos', realismo mágico y especulación urbanística en la fantástica ópera prima de Rocío Mesa
La directora debuta en el largometraje de ficción con una obra que explora la decadencia de un estilo de vida a partir de las historias de iniciación de una niña y una adolescente. Un viaje psicodélico, reguetonero y místico por la Vega de Granada
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Fotograma de 'Secaderos' / BEGIN AGAIN
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Madrid
En la gran temporada del cine español, como muchas directoras fijando su mirada en lo íntimo y lo rural, faltaba una ópera prima por llegar a las salas. Es 'Secaderos', el debut de Rocío Mesa, autora granadina afincada en EEUU que vuelve a la tierra para mirarla a la cara y confrontar muchos de los dilemas de nuestro tiempo. Lo hace con una historia de varias generaciones de mujeres, están las abuelas al fresco que han dedicado su vida a esas tierras, las madres que quedaron atrapadas en un tiempo y las que decidieron o pudieron emigrar, y especialmente están la adolescente en lucha consigo misma y la niña de ciudad prendada de la libertad e imaginación del campo. Mesa juega con todos esos elementos en un paisaje en peligro de extinción. Los secaderos de tabaco en la Vega de Granada que paulatinamente han ido desapareciendo por los cambios industriales y el avance de la especulación/recalificación/corrupción urbanística. La directora retrata la decadencia de un estilo de vida y la forma de habitar un espacio combinando el drama, la coming of age y el realismo mágico. La presencia de una criatura formada por las hojas del tabaco se mueve entre esos personajes, algunos logran ver su alma, otros viven de espaldas a su existencia. Estos elementos, unidos a la iconografía religiosa, las interpretaciones de actrices naturales y la fotografía, ofrecen imágenes bellísimas y poderosas que nos acercan con emoción y pasión a las contradicciones de ese universo. Un universo que también puede ser psicodélico, travieso, reguetonero y místico bajo la fascinante mirada de Rocío Mesa.
¿De dónde nace esta idea? Se intuye una necesidad o un deseo de volver a la tierra y bucear en muchas preocupaciones de varias generaciones
Esta película ha sido rodada en la Vega de Granada, que es de donde yo soy, y el germen de esta historia surge cuando yo soy niña y juego en esos campos y veo esos secaderos de tabaco ya casi en desuso que se me antojan guaridas de seres mágicos, de criaturas, de monstruos, porque son como estructuras arquitectónicas muy grandes, más grandes que las construcciones normales, que las casas y en la imaginación de una niña, pues es adónde va. Luego de mayor empiezo a relacionarme con esta estructura arquitectónica de otra manera, porque empiezo a comprender que ha habido una crisis económica debida a la desaparición de lo que era un monocultivo en la Vega de Granada y todo lo que supone eso a nivel de idiosincrasia y de cultura. Y a partir de ahí empiezo a investigar y a crear esta historia y estos personajes.
Entonces, el realismo mágico, en tu caso, surge de la propia imaginación de la infancia, pero que cinematográficamente es aplicable a los adultos también
Cuando somos niños tenemos abiertas las puertas de la percepción. Luego también podemos abrirlas a través de otras vías psicodélicas, como esta película viene a contarnos, pero sí, cuando somos niños, surgen estas ideas que en este caso he rescatado para que podamos ver una peli y que nos devuelva a esa magia de la infancia.
Para la gente que somos de pueblos hay muchísimas cosas reconocibles. Son secaderos de tabaco pero podría ser cualquier otro tipo de cultivo. No hay nostalgia, pero sí una sensación de decadencia, de un estilo de vida, de una forma de habitar y eso hace que sea una película profundamente social y política.
Absolutamente. Secaderos pretende mostrar esta dualidad que hay en nuestra relación con los pueblos y con lo rural, representada en este caso por una niña y una adolescente, cada una con una visión diferente de este espacio, sin llegar a juzgar, presentando un poco cuáles son los hechos, explorándolo, preguntándonos cosas, sin dar ninguna respuesta. Y tiene muchas capas. Y efectivamente, una de ellas es muy política, porque toca el tema de la expansión inmobiliaria tan bestia que ha habido en la Vega de Granada, que es un terreno de regadío que hay que cuidar, que se han comido mucho terreno agrario. Y luego pues vemos otros temas que creo que pueden conectar tanto con las personas que pasan veranos en el pueblo como con la gente que es de pueblo, como con las personas que anhelan desde un entorno urbano pasar tiempo en el pueblo y que probablemente lo estén romantizando. Tocamos ahí un poquito de todo, sobre todo a través de voces femeninas, de una generación de mujeres que nos representan cada una de ellas una de las opciones o de las posible aristas o prismas o puntos de vista de estas zonas rurales.
Hay algo de trasvase generacional, de herencia a la hora de retratar esas relaciones con las mujeres. La relación de la madre y la hija adolescente y la incomprensión, la presencia de las abuelas, hay una coreografía también familiar entre entre esos personajes. Las mujeres en el centro de esa conexión o desconexión con la tierra, mujeres con más restricciones que los hombres en ese entorno
Sin duda, y además de forma inevitable tengo una tendencia a escribir personajes femeninos porque son con los que más empatizo y el privilegio de poder poner el foco y la luz en la mujer en el entorno agrario, tan invisibilizadas no solamente en el cine, sino en sus propios contextos, es un orgullo. Darle el espacio para que ellas cuenten su propia historia. En este caso trabajar con actrices no profesionales, te facilita que la historia de las actrices se acerque mucho a la historia que estamos contando en la película y que el proyecto esté vivo y que nos acerquemos a un cine en el que el proceso es tan importante como el propio resultado.
Hablábamos antes de una decadencia de un estilo de vida en el entorno rural, y no sé si la palabra es decadencia, pero hay una sensación de decadencia afectiva en la película conforme van pasando las generaciones ¿Está eso presente o influye la mirada melancólica al amor de los abuelos?
Esos abuelos son ellos mismos, son pareja en la vida real, están enamoradísimo y ese es el amor más grande que yo he visto en toda mi vida. Se han convertido en los abuelos de todo el equipo de la película porque son las personas más generosas, más buenas, más hermosas y con un amor a la tierra, al campo, a las tradiciones, que también lo han impregnado en toda la película. Cristina y Pepe son la cosa más bonita que a mí me ha pasado en la vida, te lo digo. Así que espero que todo el mundo vaya a ver la peli para conocerlos, porque eso es maravilloso. La verdad que el trabajo con actores no profesionales tiene tiene a recompensa, ¿no? Era necesario para tener ese acento granadino, ese lenguaje corporal, y ha funcionado maravillosamente, porque creo que el amor que se tienen en la vida real y el amor que tienen por su tierra, pues se ha impregnado totalmente en la pantalla.
El cine ha salido en los últimos años de las ciudad, de Madrid. España no es Madrid y hay otras realidades que nos cuentan como país, parece que se nos olvida. Es bonito, emocionante y a la vez, ¿hay algo de hacer justicia con la tierra a través de las imágenes? Si no nos contamos no existimos, ¿era eso importante para ti?
Me siento súper privilegiada de poder haber llevado el acento de mi tierra a la gran pantalla. Mira, hay un momento súper psicodélico de la película en el que se escucha un ceceo de Graná, pero un ceceo que yo digo, esto es arte y belleza. Porque normalmente lo que hemos visto en el cine es a un personaje andaluz caricaturizado en un contexto cómico, o que ese ceceo es una característica en su personaje que lo hace iletrado, ¿no? Y aquí no, aquí vemos mujeres con una fuerza o una valentía o una inteligencia que ese acento le hace ser más poderosa todavía. Y para mí eso es un privilegio poder haberlo hecho y me llena de orgullo. Y luego, aparte, la película está llena de detalles granadinos, cerámicas granadinas, paisajes, estampita de Leopoldo. Es muy bonito poder poner la luz y el foco en lugares que han estado invisibilizados y que podamos ver historias diferentes a las que normalmente hemos visto. Historias que además están muy construidas a través de la memoria emocional, que no son tanto una idea de un thriller, sino con las que realmente somos testigos de memorias emocionales, de la intrahistoria, de lo invisibilizado. Y es muy bonito formar parte de esta generación de cineastas que también lo están haciendo. Está siendo muy mágico y muy especial. Como que cada una en nuestra casa hemos ido ahí como trabajando en películas que hemos rodado al mismo tiempo y se ha creado un imaginario colectivo de una forma espontánea.
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La directora Rocío Mesa / BEGIN AGAIN
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La directora Rocío Mesa / BEGIN AGAIN
Es increíble, por ejemplo, cómo dialoga la película con El agua, de Elena López Riera, desde lo fantástico, desde un poco la mitología, el realismo mágico, y también con la relación con la tierra, como Alcarràs y el fin de un modo de vivir
Rodamos prácticamente todas al mismo tiempo y estábamos escribiendo los guiones al mismo tiempo. Porque levantar una película, en este caso una ópera prima, son muchísimos años. Así que imagínate lo mágico que es eso para nosotras también. Nosotras hemos alucinado viendo las pelis la una de la otra, incluso Ada Mar y Luna Pamies tienen ahí como una vibra muy fuerte las dos, que yo quiero que se conozcan y se hagan amigas y se vayan de fiesta. O sea, esto tiene que pasar.
Elena López Riera encontró a Luna Pamies en un botellón.
Es verdad -risas- Ada Mar mandó un vídeo cuando estaba en el instituto, que era súper pequeñita, y así la encontramos. Pero la verdad es que Elena, que power tiene la tía para encontrarla en un botellón.
Indudablemente si se está haciendo este cine es porque ahí de fondo late una preocupación o un interés en estas historias. Eso tiene que ver con que una nueva generación de directoras hayan podido acceder a hacer cine. Es una industria aún muy clasista, ¿es también fruto de que hay más oportunidades, de una generación de la escuela pública, nos decía Carla Simón, que está rompiendo esa barrera y tiene una mirada sobre la clase trabajadora?
Me gustaría pensar que sí. Me gustaría pensar que la ayudas públicas para lo que sirven es para la democratización de la cultura y el acercamiento a que personas de todo tipo de estratos sociales puedan contar su historia. En mi caso, yo soy una persona de clase obrera. Mis padres son maestros de pueblo de una clase media, ¿no? Y sí que es cierto que mi camino hacia el cine ha sido muy poco ordinario, muy autodidacta y, por tanto, claro, las historias que acabas contando son muy cercanas a a elementos primarios que son los que a ti te concieren. Es que son realmente los temas que a mí me preocupan. Y esto también lo hemos visto en lo femenino en este momento en el que por fin se nos ha dado la oportunidad a las mujeres de tener este espacio. Nos preocupan otros temas, nos preocupa la ecología, nos preocupan los cuidados, nos preocupa la historia invisibilizada o queremos contar historias que ya se han contado, pero con otra mirada y desde otro punto de vista. Y aquí entra lo rural, sin duda. Y también lo mágico, porque esto que decía de Elena López Riera con El agua no es misticismo, nosotras es que somos un poco brujas. Aquí también entra esa criatura mágica del secadero que lo hace interesante, es un elemento que diferencia a la peli del resto de las pelis rurales que hemos podido ver últimamente. Todas tienen un sello autoral que las hace completamente diferentes, podríamos ver 1.000 películas rurales y cada una es diferente, tiene la mirada de ese autor que la está haciendo. Cuántos thriller hemos visto, cuántas películas policíacas, cuántas películas de la ciudad de Manhattan, todas son diferentes. Nunca nos ha pesado. Por qué nos va a pesar ahora acercarnos a la tierra.
En la película hay imágenes bellísimas, hay una dirección de arte muy cuidada... Cuando ves a todos esos niños caminando con las hojas, es una imagen evocadora y emocionante ¿Cómo ha sido todo este proceso y planificación?
Ha sido un trabajo colectivo súper bonito, el trabajo de una directora también es dejarle espacio a todas las personas del equipo para que ellos pongan su granito de arena. Y aunque yo sin duda tenía una idea preconcebida muy clara, me gusta mucho dejar que el proyecto esté vivo y que vaya creciendo. También tienes que lidiar con la limitación de presupuesto y no tener tiempo para nada. Eso es un problema. Pero también se agiliza el ingenio que no veas porque tienes que ir resolviendo cosas. El diseño de la criatura con DDT (el Estudio DDT SFX) fue un proceso precioso y ahí nos ayudó la pandemia porque tuvimos más tiempo. Entonces fue como un año entero de recrearnos y de gozar en construir esta criatura de efectos prácticos, que es como una especie de ser real, cuando lo ves en marcha con la cara que te mira, te sonríe, pestañea, tiene como un mecanismo en el que todas las hojas respiran por sí mismas. Y las hojas las han hecho una por una, pintadas a mano. O sea, ha sido un proceso súper bonito. Y bueno, lo mismo con vestuario o con la dirección de foto de Alana Mejía. Como te digo, a pesar de estas limitaciones presupuestarias que nos dejan muy poquito tiempo, lo que importa realmente es ponerle amor y cariño, tener un equipo de gente apasionada y creo que ese fue el caso, por suerte, de Secaderos, que la gente se enamoró de esta historia. De hecho, David Martí y Montse Ribé, que están Oscarizados, que una hoja de esa criatura cuesta toda la película, entraron como productores asociados porque se enamoraron de la peli, se enamoraron de la Nico, que así llamamos a la criatura, Nicotina, Nico para las amigas.
Son los responsables de los efectos de El laberinto del fauno y han trabajado en la nueva de Bayona
Efectivamente, ellos fueron los que hicieron El laberinto del fauno, hacen todas las películas de Bayona. Pues imagínate venir de esa superproducción a un set donde estaban cuatro gatos y un secadero, pues ellos lo dieron todo y por eso digo que eso es lo que realmente importa. Que te dicen, no hay tiempo, no hay dinero, pero hay pasión y hay ganas. Si emociona es por ese cariño colectivo que se le ha puesto al proyecto.
Cuesta mucho levantar el primer largo de ficción. Tú resides en EEUU y ahora qué, ¿cuáles son los próximos proyectos, hay en mente ya una segunda película?
Me gusta mucho esto que dices del segundo largo, porque hay una tendencia en España con las mujeres directoras que estamos sacando muchas primeras películas, pero luego la segunda nos cuesta mucho sacarlas. Y además también las mujeres tenemos el problema de que a nivel presupuestario siempre nuestra peli tiene un presupuesto más chiquitito y esto dificulta levantar un proyecto. Tengo varias ideas en desarrollo y mira, aunque mi residencia habitual sea Estados Unidos, la cabra tira al monte y yo estoy tirando para Sierra Nevada, así que pues vuelvo a la tierra. Estoy muy ilusionada y con ganas de tener la oportunidad de hacer una segunda peli con dignidad para mí, para todo el equipo, con un diseño de producción libre, diferente, acercando el cine a lugares que no sean los estándares para poder hacer un cine también fluido, innovador y que se salga de los parámetros que a veces estamos acostumbrados, pero teniendo la dignidad y los sueldo y los tiempos que nos merecemos. Ese es el objetivo.
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José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...