Racismo en el fútbol

Barcelona

Las agresiones racistas en el fútbol, ahora a Vinicus, del Madrid, antes a otros como Iñaki Williams, del Athtlétic, se están convirtiendo en un escándalo nacional. Incluso en una vergüenza internacional.

De momento, los que lanzaron insultos en el estadio valenciano, están siendo identificados, no podrán volver a las gradas como castigo de por vida, y la fiscalía les persigue como presuntos autores de delitos de odio.

Ha habido muchas reacciones condenatorias, y solo alguna tontorrona. La más suculenta ha sido la del entrenador del Barça, Xavier Hernández, que además tiene especial valor por proceder de los colores superrivales del Madrid. Xavi ha dicho cuatro verdades contundentes: 1) que “España no es un país racista”; 2) que “sí han existido actos de racismo en el fútbol”; 3) que “el fútbol es el único deporte donde se acepta el insulto”, y 4) que siempre ha pensado todo eso, pero que “ahora que soy entrenador del Barça y tengo poder mediático aprovecho para decirlo”.

Hay al menos dos lecciones urgentes a extraer de este asunto repugnante. Una es que las autoridades in situ deben ser más tajantes en la aplicación inmediata de sanciones ejemplares, como desalojar unas gradas o suspender definitivamente un partido, algo autorizado por la ley de 2007 contra la violencia y el racismo en el deporte. La otra, que todos deben aprender de Xavi: todos los personajes públicos que gozan de “poder mediático” deberían militar públicamente contra los insultos racistas. Y desde luego, contra todo insulto. Que cunda el ejemplo.