Móviles para bebés
Se sabe de lo perjudicial que resultan las pantallas para los menores. En unos años esa misma madre tendrá que buscar ayuda profesional para reparar el daño que ella misma les está causando
Madrid
La niña balbuceaba esa lengua tan divertida precursora del lenguaje que no se entiende pero transmite la prosodia, la intención y las formas características del idioma en el que crecemos. Ésta en cuestión tenía una mirada aguda de las que reflejan una inteligencia excepcional, lo captaba todo con sus intensos ojos y parecía absorber con asombrosa rapidez la información que le llegaba. Empezó a emitir simulacros de frases en un tono un poco elevado porque estaba sentada en una trona pero no llegaba a la mesa para alcanzar la comida que se habían pedido sus padres y sus hermanos mayores. Tenía hambre y se las apañaba para hacérselo saber a quienes podían solucionar sus dificultades logísticas.
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La madre le dijo, en un todo calmado, que tendría que esperar a que le trajeran su propia comida. Pareció comprenderlo y no protestó más aunque siguió emitiendo algo en su particular jerga. Me asombró su comportamiento siendo tan pequeña y me alegré de que por una vez esa madre amorosa optara por contribuir a la socialización de su hija en un entorno compartido como es un restaurante. Pero fue una conclusión precipitada porque no tardó en hacer lo que es cada vez más frecuente: abrió el móvil, le dio al play para reproducir un vídeo y lo puso delante de la niña.
¿Qué necesidad había de interrumpir así un momento compartido en familia? ¿Por qué cada vez más padres sustituyen los estímulos de la vida real que necesitan los pequeños para desarrollarse por un aparato que los atonta? Para mí esta imagen, la de un padre dándole el móvil a un bebé o un niño de corta edad, es tan llamativa como uno dándole un cigarro. Se sabe de lo perjudicial que resultan las pantallas para los menores, los peligros que conllevan para su salud física y mental. En unos años esa misma madre se quejará de la adicción a las pantallas de sus retoños o tendrá que buscar ayuda profesional para reparar el daño que ella misma les está causando. Eso sí, a las niñas nacidas inteligentes les quedan todavía defensas ante esta alienante tendencia.
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