El prestigio del Barça escapa por el desagüe

Que el mundo del fútbol es cosa aparte, ya hace tiempo que lo sabemos, que parece regirse por unos principios y unas normas que discurren por caminos distintos a los principios y las normas que se rige el resto de la sociedad, parece evidente, aunque, afortunadamente, en algunas ocasiones aparece la justicia para recordarles que son como todos. Otra cosa es que los aficionados piensen lo mismo, los aficionados que acuden a la puerta de los juzgados a aplaudir a futbolistas defraudadores de Hacienda, los que vitorean en el campo a futbolistas sospechosos de comportamientos machistas, los que gritan como un mono cuando quien toca el balón no es de su misma raza, o también los que perdonan los desmanes de algunos presidentes. Y es que al final, el aficionado piensa que al club de sus amores se le puede perdonar todo.

Si no es así, no se entiende el silencio clamoroso de la afición del Barça ante el espectáculo lamentable ofrecido por su presidencia por el caso que destapó la Cadena SER de los pagos a quien fuera número dos de los árbitros durante años, el conocido como 'caso Negreira'. Y no se entendería que quedaran satisfechos con las explicaciones de ayer de su presidente, Joan Laporta. Aunque para ser más exactos, deberíamos hablar de 'no explicaciones'.

En ocasiones, aparece la justicia en el mundo del fútbol

—  Al club de tus amores no se le puede perdonar todo

No pareció importarle el daño que este caso ha hecho a la reputación del club y eso quedó claro en la única pregunta que tenía que responder y no respondió Laporta: ¿De verdad le parece ético que el club le pagara a uno de los responsables de los árbitros de España? ¿No le parece feo que de todos los árbitros que hubiera podido elegir para hacer los informes, que se hacen en todos los clubes, ellos eligieron al número dos? ¿Le parece normal?

No hay respuesta para esta pregunta, solo refugiarse en el papel de víctima, el confundir los hechos con un ataque generalizado al club, disparos a la liga, al Real Madrid, a todo aquel que, según Laporta, ataca al Barça. Y mientras tanto, el prestigio del club, un activo tan o más importante que los títulos, el juego o los futbolistas brillantes, sigue escapando por el desagüe. Por eso, los barcelonistas deberían exigir toda la transparencia en este caso, porque si no, cada día que pasa la sospecha es mayor. El club debe aclarar ya a cambio de qué se hicieron los pagos a Negreira, porque lo de ayer fue solo un ridículo ejercicio de victimismo.