"En esta consulta vemos la cara del diablo": así es el día a día de un pediatra social que atiende a menores víctimas de violencias
Entramos en la consulta de pediatría social del Hospital Fundación Alcorcón. Una consulta donde lo más normal es que la enfermedad sea un síntoma. Aquí el trabajo es detectar los problemas de salud que genera el entorno familiar, escolar o social del menor: casos de bullying, maltrato físico o violencia sexual
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Madrid
Antonio Gancedo es el responsable de la consulta de pediatría social del Hospital Fundación Alcorcón y tiene claro que “la violencia cada vez irrumpe antes y con más fuerza en la vida de la infancia. Normalmente, los niños nos llegan derivados de Atención Primaria, son los primeros que sospechan que algo puede estar pasando. Nuestro trabajo es investigar, diagnosticar y, si es necesario, comunicar a las autoridades. Luego, psiquiatras y psicólogos son los que se encargan de que el menor transforme el hecho traumático que ha sufrido, en un hecho biográfico.
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Como mínimo dos veces al año acaba en el juzgado por algún asunto “a veces como perito, otras como testigo”. No a todos los progenitores les gusta lo que tiene que decir. Lo han llegado a denunciar por llamar a la policía tras detectar un caso de violencia sexual. “Me han amenazado, me han perseguido, me han acosado en redes, me han denunciado...En esta consulta vemos muchas veces la cara del diablo”
La consulta comenzó a funcionar en 2009. “Lo que más nos ha llamado la atención en los últimos años, es el incremento de violencia sexual de un menor contra otro todavía más pequeño. Sin lugar a dudas es por el consumo de pornografía a través del teléfono móvil. Desde los 12 años la mayoría tiene su propio terminal y comienzan a ver porno. Es un asunto complicado porque judicialmente son inimputables y tampoco tenemos muy claro como les podemos atender porque muchos, además, también han sido víctimas de violencia sexual.”
“Una de cada 5 niñas y uno de cada 13 niños son violentados sexualmente. Son datos de un estudio de la investigadora Noemí Pereda, de GReVIA (Grupo de Investigación sobre Victimización Infantil y Juvenil) de la Universidad de Barcelona. Datos que, dice el Dr. Gancedo, coinciden con lo que nosotros vemos en consulta.
No es fácil identificar las situaciones de violencia sexual en los menores “depende de la edad, la forma de presentación, de por quien viene acompañado, del tiempo de duración de la agresión... Muchas veces nos llegan derivados de Atención Primaria porque muestran conductas sexuales inadecuadas o sintomatología inespecífica: dolores abdominales, cefaleas, vulvovaginitis de repetición... Hablamos de procesos muy inespecíficos”. Su trabajo consiste en investigar y detectar si el menor está viviendo una situación de violencia sexual o puede ser otro proceso el que explique los síntomas. Además, dice el Dr. Gancedo “como la mayoría de los agresores en violencia sexual son del entorno familiar, o de parentesco familiar o social, hay que tener mucho cuidado a la hora de desvelar la situación. Detectar una situación así, es una labor complicada.”
La infancia es un proceso de cambio continuo. Hasta los cuatro o cinco años, obtener un relato detallado de una supuesta agresión sexual es difícil. “De hecho, lo que intentamos es que nos lo cuenten una sola vez, que en un solo relato nos diga lo que ha pasado, porque si lo repiten mucho se diluyen los detalles y eso puede afectar a una posterior declaración judicial.
Es muy difícil que una niña de tres o cuatro años, que está sufriendo violencia sexual, lo relate porque no tiene todavía un desarrollo mental adecuado. No sabe explicar cuándo fue, cómo ocurrió, qué le hizo... “Otro problema, que muchas veces no tenemos en cuenta, es que los niños experimenta placer y esto provoca que se establecen unos vínculos totalmente tóxicos y patológicos entre la víctima y el agresor. Sumemos también un conflicto de lealtades porque el agresor es un hermano, un padre, un tío o el abuelo. Para esa niña romper el vínculo es muy complicado.”
¿Qué pasa cuándo el menor se da cuenta de lo que le está pasando y lo dice? “Pues muchas veces, al ver la que se lía en el entorno familiar, se vuelve atrás. Es lo que llamamos fase represiva. A partir de ahí es cuando empieza con toda la sintomatología psicosomática: a morderse, a arrancarse el pelo, a tener problemas digestivos, a sufrir dolores de cabeza... Hay estudios que dicen que hasta un 60% de víctimas de agresión sexual en la infancia nunca se lo han dicho a nadie. Se van a la tumba con el secreto de haber sido abusada. Yo he tenido en consulta a madres de niñas abusadas y cuando les pregunto si ellas también lo han sido, me responden que sí, y que nunca se lo habían dicho a nadie porque el agresor era un familiar.”
¿Cómo detectan a los niños y niñas que no dicen nada?
Asegura el Dr Gancedo que: “Cuánto más pequeños son los niños, antes desaparecen las lesiones. Por tanto, nos podemos encontrar con una agresión física o una agresión sexual en la que no quede rastro físico y lo único que encontremos sean indicadores comportamentales o conductas sexualizadas”.
“Son niños que tienen un mal manejo de la ira, no se controlan, tienen episodios de agitación, de violencia psicomotriz, de agresividad hacia el entorno o hacia ellos mismos. Además, son niños hipervigilantes, en la consulta los ves inquietos, porque viven en un entorno en el que no tienen confianza porque las figuras de referencia les han fallado.
Respecto a las conductas sexualizadas: “me refiero, por ejemplo, a intentar contactar con zonas genitales o anales de adultos, tocamientos en senos, la introducción de un palo o un lápiz en el ano o en su hermanito. Eso que ves claramente que no son conductas de juego, de descubrimiento de su propia sexualidad”.
La violencia sexual en menores persiste por mitos
- Las madres que se enteran lo denuncian. Falso. Aunque en los últimos años ha aumentado el porcentaje de las que lo hacen
- Los niños mienten. Falso. Los niños suelen decir la verdad porque confían y creen en los adultos.
- Siempre existe penetración. Falso. Los abusos suelen producirse de forma paulatina y progresiva. Empiezan por tocamientos y masturbaciones y sólo en algunos casos se llega a la penetración.
- Los que lo hacen tienen una enfermedad mental. Falso. Son personas que quieren obtener placer y dominar al menor.
- La violencia sexual se produce en ambientes socioeconómicos bajos. Falso. Se produce en todas las sociedades y en todos los niveles económicos.
Cuando se perpetúan y se transmiten estos mitos, dice Gancedo, los que asientan la persistencia de la violencia sexual contra la infancia.
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