Competir en atletismo siendo ciega: "Dependo totalmente de mi guía, él es mis ojos dentro de la pista"

Su historia con el atletismo fue un flechazo. Alba García Falagán conserva solo un 1,5% de visión, así que poder correr y competir en atletismo fue, para ella, una especie de liberación. Empezó a los 13 años y llegó a competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero asegura en El Faro que su hazaña sería imposible sin la labor del guía: "Dependo totalmente de él, es mis ojos dentro de la pista y a veces fuera también".

Su acompañante es Diego Foldado y hace solo seis meses que compiten juntos, pero los resultados, por ahora, son buenos. "Tengo que adaptarme a ella para molestarla la menos posible", explica el guía. Para competir, los dos corren separados por una cuerda de 10 centímetros que llevan agarrada de la mano y con una dificultad añadida: "Ella es bastante más bajita que yo. Mido 1,90 y Alba 1,60, así que tengo que adaptar mi zancada", explica Foldado. "Somos el punto y la i", bromea García.

Cuando entrenan y el guía no está disponible, los atletas tienen que guiarse, íntegramente, por su sentido del oído. "El entrenador nos llaman para que corramos detrás de él", cuenta la corredora olímpica. En las competiciones, el guía es imprescindible, una "extensión de mi brazo", dice Foldado. En su caso, además, no solo sirve de asistencia. También de apoyo durante las carreras. "Tengo que avisarla cuando hay curvas, cuando llegamos a la meta... Y también la voy animando durante la carrera".