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David Card, premio Nobel de Economía, y Sara de la Rica, catedrática experta en el SMI: "La subida salarial de 2019 produjo muy poca pérdida de empleo"

Aimar Bretos entrevista al Premio Nobel de Economía de 2021 y a Sara de la Rica, directora del ISEAK y catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco

David Card y Sara de la Rica en 'Hora 25' / Cadena SER

David Card y Sara de la Rica en 'Hora 25'

Madrid

El Consejo de Ministros ha aprobado recientemente la subida del salario mínimo interprofesional un 8%. El Gobierno consigue así llevar el SMI al 60% del salario medio. En los últimos cinco años, el salario mínimo ha subido un 47%, desde los 735 euros hasta los 1.080 euros actuales. Esta subida viene impulsada sobre todo por la subida de los precios en nuestro país y en Europa.

En 2021, David Card ganó el Premio Nobel de Economía por demostrar empíricamente que una subida de los salarios mínimos no siempre acarrean pérdidas de empleo, desmontando así la idea hegemónica de que a mayores subidas de salarios más destrucción de puestos de trabajo se produce. Para ello utilizó dos estados de Estados Unidos, uno en el que se subió el salario mínimo y otro en el que no. Hoy, atiende a los micrófonos de la Cadena SER junto a Sara de la Rica, directora del ISEAK y catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco, en la edición especial de Hora 25 desde la WORKinLan Summit de Bilbao.

Sobre el SMI y el mantra de la destrucción de empleo

DC: Creo que es muy importante entender que hace 40 años, la economía era un campo teórico, donde la gente escribía un modelo económico. Muchas veces había muchos diferentes modelos y eso ocurrió con los salarios mínimos. El modelo aceptado era uno concreto, pero la realidad, como demostró una economista en los años 30, es que había otro modelo con predicciones muy distintas. Y en este modelo, los empleadores podían fijar salarios, no solamente negociado con los trabajadores. A principio de los años 80 había mucha gente que pensaba que este modelo era acertado, pero por algún motivo, los economistas preferían el otro. Ahora que ha empezado a recopilarse datos, esta situación ha cambiado y no damos preferencia a un modelo u otro porque nos guste más, sino que se basa en evidencias y datos. Se entiende mucho mejor ahora.

SR: Una cosa que los economistas no sabemos hacer es predecir, porque nos basamos en el pasado. Nos podemos equivocar ante cualquier shock que suceda. Lo que podemos decir sobre este estudio es que la subida que se produjo del 22% del SMI en enero de 2019 produjo muy poca pérdida de empleo. Esto se hace de una manera muy rigurosa. Cogemos a personas que están afectadas por el SMI, justamente antes de la subida y tratamos de generar gemelos, muy parecidas personas, hay que manejar muy bien datos individuales, y cogemos a personas muy parecidas pero que están un poquito por encima del SMI, más de un 10%. Esas personas no están afectadas por la subida. Sigues a ambas personas y vas viendo qué le sucede en el mercado laboral mes a mes. Si se produce una pérdida de empleo, aquellos a los que les han subido puede ser que algunos le despidan. Vas siguiéndoles. Lo que nosotros vimos muy claramente es que en los seis primeros meses no hubo despidos debido a esa subida.

Ese es un resultado fundamental y va en contra de esos modelos más ortodoxos que decían que si sube el precio, baja la cantidad, es decir, si sube el salario, baja el empleo. Esa subida no produjo cambios en el empleo y por otra parte hubo más de dos millones de personas que se vieron afectadas por un 22% de subida salarial. Subir el SMI es una acción política, siempre va a haber personas que van a ser perjudicadas. Lo que la política o político de turno decide es que si me compensa si lo que se beneficia una parte importante de la sociedad es mayor a lo que pierden otros. [...] La Carta Social Europea dice que el salario mínimo, para ser digno, no puede estar por debajo del 60% del salario medio. Ese ha sido el compromiso de legislatura que la tenido el PSOE y ahora está a punto de cumplirlo. Es posible que ahora en una situación de mayor incertidumbre, con la guerra de Ucrania, podría tener un poco más impacto, es posible y nosotros eso como no lo hemos contrastado no lo podemos concluir.

Sobre la economía española y su mercado laboral

DC: El premio Nobel realmente no cambia mi punto de vista sobre el mercado laboral español. Todas las economías se enfrentan a incertidumbres por varios motivos, la guerra de Ucrania, el precio de la energía, la situación de China y, por supuesto, la inflación. El BCE, el británico, el estadounidense, están intentando averiguar cuánto hay que subir los tipos de interés. Saben que tendrá una repercusión negativa en la economía y lo hace aposta, para desacelerar la economía. Si lo van a hacer sin que entremos en recesión, esa es la cuestión que más preocupa. Estamos en un momento de mucha incertidumbre y es difícil predecir el futuro de la economía. Hay un chiste muy bueno que vale también para Italia: ¿Cómo se sabe a ciencia cierta que Jesucristo era español? Por tres motivos: tenía 33 años, no tenía trabajo y vivía con su madre. Hay otro motivo también, que es que la madre pensaba que era un dios.

SR: Cuando hay un desarrollo tecnológico hay un efecto positivo en la productividad laboral, luego hay una negativo porque normalmente se tienden a desplazar a personas, y hay un tercer efecto que a veces el desarrollo tecnológico acarrea nuevos empleos. La tecnología que sería bueno que implementáramos en las sociedades son aquellas que tienen un aumento importante de la productividad laboral, provocan crecimiento de empleo y el efecto de desplazamiento es pequeño. Esa es la tecnología brillante. Las políticas públicas pueden ayudar a que se implementen. Las mediocres son las que crean poco aumento de la productividad laboral, poca creación de empleo y, en cambio, que sustituye mucho trabajo. Esas acaban sustituyendo mucha mano de obra y que el empleo decrezca. Les llamamos que empiecen a ver implementación de tecnologías con perspectiva de empleo.

Personas sustituidas por nuevas tecnologías

SR: No podemos esperar y dejar que esa gente se quede en el desempleo, porque además tenemos un problema demográfico importante y las nuevas generaciones van a venir escasas. Hay dos factores importantes: cuando se aplique un desarrollo tecnológico, no debes pensar únicamente en una inversión en capital, sino cómo hacer que eso sea muy compatible con las personas que tienes. Que la adaptación tecnológica venga de la mano de la adaptación del capital humano. Que dentro de la misma empresa, eso se tenga en cuenta y así mejora el factor capital y el factor trabajo.

Para las personas sin empleo, tenemos un reto enorme de recualificación y para eso hace falta un sistema de recualificación eficaz, que funcione, y ahí estamos todavía muy verdes. Están desapareciendo las clases medias en todas las sociedades occidentales. La desaparición de empleos que están siendo sustituidos por maquinaria, si no somos capaces de adaptarles a los empleos que están emergiendo, se quedan en la estacada. El sistema de recualificación debe ir orientado hacia los empleos que están con mejores condiciones, pero la calidad del empleo es baja.

DC: Pienso que lo primero que tienen que hacer las economías es invertir en educación de los jóvenes. Para el futuro será cada vez más importante que nuestros jóvenes estén formados y sean capaces de ocupar los puestos en los sectores donde más demanda haya. En EEUU y creo que en Europa Occidental muchas de las empresas tecnológicas tienen problemas para contratar a gente muy cualificada, con másteres, doctorados o ingenierías. Formar a un ingeniero es algo caro, tienen que trabajar con ciertos equipamientos, etc. Los Gobiernos tienen que entender que hay que invertir, que va a costar, pero que esto se va a amortizar en el futuro. También considerar algunas políticas para los trabajadores mayores, porque las nuevas tecnologías, los ciudadanos de 50 y tantos tienen problemas con esas tecnologías y hay que reorientarles. Hay que pensar de cara al futuro que la gente va a trabajar hasta los 60 o incluso 70 años y si eso lo tenemos presente, esas inversiones en formar a gente de 45 años, tiene sentido porque tienen años por delante.

Temporalidad y despidos baratos

DC: Sobre este tema, creo que todo el mundo está de acuerdo en que quizás es más importante de que tengamos normas muy claras y menos posibilidad de recursos judiciales complejos. Si tenemos unas reglas claras, que digan si se despide a alguien, le corresponde esto por tanto tiempo, etc. Si la norma está establecida y ya no hay debate, sería todo mucho más fácil. En EEUU hemos tenido un problema importante con las demandas por despido, porque hay tanta incertidumbre sobre cómo se aplica la ley, que todos los economistas, de derechas o izquierdas, dirían que es muy importante tener una serie de reglas claras y no dejar así que la demanda no se convierta en algo tan caro.

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Adaptación del empleo a las nuevas tecnologías

SR: No vale no adaptarse, no va a quedar otra. En estos momentos, contamos con mucha ayuda de fondos de diverso origen y creo que tenemos que aprovecharlos, especialmente a las pequeñas y medianas empresas, porque las grandes ya están en vías de transformación muy positivas. Pero no tanto las PYMES, y aquí es donde las instituciones públicas tienen que arrimar el hombro, no adaptarse, es morir.

Jornada laboral de 4 días

DC: Yo creo que en Francia se ha experimentado un poco y en empresas grandes de EEUU también se está empezando a pensar que la gente trabaje cuatro días, pero 10 horas al día en lugar de 8. No me sorprendería mucho que en algunas situaciones funcione y en otras no. Por ejemplo, en restaurantes o servicios tienes que tener trabajadores presentes y es muy difícil tener semanas de cuatro días. Necesitas tener muchos turnos. Pero en otros trabajos, por ejemplo, como consultor en el mundo de la tecnología, mucha gente trabaja 4 días, pero días muy largos. Depende mucho del sector. Yo espero que evolucionaremos a opciones de flexibilidad porque sería muy bueno para empleado y empleadores.

 
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