Hubo una edición de los Premios Goya donde Eduard Fernández, Bardem y Juan Diego Botto acabaron en un piano bar después de no ganar ninguna estatua a pesar de estar nominados en diferentes candidaturas. Lo que más lamentaron los tres fue no leer el discurso que habían preparado si ganaban, así que se pusieron a pronunciarlos para no quedarse con las ganas. Con la gran fiesta del cine español a la vuelta de la esquina, Botto está nominado a «Mejor dirección novel» con «En los márgenes». «Las nominaciones no se pueden discutir. Se aceptan y se celebran. Estoy acostumbrado a celebrar como una gran victoria una nominación y prever que no voy a recibir el premio. Tengo ensayada la cara de no ganar un Goya», ha señalado en una charla con Aimar Bretos, en «Hora 25». Lo que más le pesa al prestigioso actor argentino-español no es tanto «la parte real de director», que fue «un disfrute», sino que la mayor responsabilidad y donde se fue «gran cantidad de energía» es «la logística y la financiación»: conseguir dinero para sacar adelante el proyecto. Además, ha asegurado que presentar «al bebé» es una parte complicada, porque «te parece el más hermoso», pero «es un temor por si le falta un dedo o una mano». Aunque una de las partes que Juan Diego Botto ha disfrutado más ha sido metiéndose, sin anunciarlo, en una sala de cine para ver la reacción del público. «Uno lleva años fantaseando con cómo será recibida, si gustará, si conectará, y luego eso son seis o siete semanas en cartel. Hay que aprovechar esa semana y ver cómo reacciona el público», ha apuntado. La memoria es uno de los pilares fundamentales en la trayectoria profesional del actor y director de cine. «La deuda que tenemos con la gente que dio la vida por la democracia no está resuelta. Todo lo que he escrito tiene que ver con la memoria, es el esqueleto de lo que somos. Son los sedimentos acumulados que permiten que estemos donde estamos y seamos lo que somos. Cuando se borran tus recuerdos, dejas de ser tú», ha confesado. Y a pesar de que ha asegurado que está intentando «desengancharse» de sus proyectos para descansar y pensar en futuros proyectos, Botto ha respondido sobre la proyección de su película en Venecia, donde no le gustó el sonido. «No estaba bien calibrado, había eco... Entonces me daba miedo que en Donosti se repitiese el mismo error. Estuve fatal en Venecia, recuerdo que una persona se levantó y dije: Se están yendo. Empecé a pensar que se iban a ir en masa. Y vi volver a la persona luego: había ido al baño», ha apuntado entre risas. Pero detrás de la faceta profesional, está la personal. Es aquí donde asegura que no cae bien a todo el mundo. «Tengo mucho troll que me llama de todo, es algo habitual», ha afirmado. «Nadie puede decir que leer un comentario no te molesta, pero lo tengo codificado como el ruido del tráfico en la ciudad. Es la consecuencia inevitable de expresar mis opiniones, prefiero eso a tener el temor de pedir que no me critiquen», ha agregado.