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Valentina Maurel: "Quería hablar de la complejidad de las relaciones paternofiliales cuando los adultos son personas disfuncionales"

'Tengo sueños eléctricos' ganó el Premio Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián en la pasada edición. Una película sobre el despertar sexual, las relaciones paternofiliales y la violencia machista en el núcleo familiar

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

MADRID

Valentina Maurel dirige y escribe 'Tengo sueños eléctricos', una película cruda sobre una relación padre-hija compleja, el despertar sexual adolescente y la violencia machista e intrafamiliar. Rodada en Costa Rica, Maurel intenta escapar de los chiclés y presenta una historia íntima y cercana escrita desde lo que ella misma conoce.

La protagonista busca compulsivamente la validación y la mirada de su padre, un hombre agresivo, frustrado y enfermo que ejerce la violencia dentro del núcleo familiar oprimiendo a su mujer e hijas. Tras la separación, su hija mayor se desliga de su madre como única forma de captar la atención masculina y tratar de conseguir un cambio en su actitud hacia ella. Además, esta chica de dieciséis años sigue sus deseos y se lanza a experimentar un despertar sexual individual y solitario.

Desde la Cadena SER hemos hablado con Valentina Maurel sobre 'Tengo sueños eléctricos':

- ¿De dónde nace la idea de contar esta historia?

En realidad nunca sé muy bien por qué escribo las historias que escribo. Antes de esta película había hecho dos cortometrajes en los que también hablaba de la relación paterno filial. Hablaba de la relación padre hija y también del despertar sexual adolescente. Ya se han hecho muchas películas sobre el padre y toda la literatura de la historia de la humanidad está llena de padres por todos lados pero, poco a poco, escribiendo la historia de una familia, se fue centrando en este tipo de vínculo. Quería hablar de la complejidad de una relación en la que los personajes adultos son personas disfuncionales, pero también enternecedoras, llenas de contradicciones. Quería darle la prioridad a la humanidad de estos personajes, sin tomar muchas precauciones ideológicas y tener un personaje de jovencita complejo también.

- Es una película que, en ocasiones, es difícil de ver. Cruda, amarga e impactante ¿Por qué le has dado este tono?

En realidad hablo de cosas que conozco de la vida, es decir, esta película no es totalmente autobiográfica, pero sí siento que hay cosas que son muy crueles en el descubrimiento de la vida adulta y también en la adolescencia. Es decir, yo pienso que un adolescente no necesariamente quiere o desea lo que le va a hacer bien y a veces es una gran contradicción en la vida. Esta jovencita necesita la validación de la mirada paterna y esa es su gran desgracia, que la mirada paterna está sesgada, su padre no la ve. Y también creo que para poder ser valorada por el padre tiene que romper sus lazos con la madre. Creo que uno quisiera poder contar siempre historias desde la sororidad, pero yo creo que es más difícil. A veces la vida y esas herramientas toman más tiempo en llegar. Yo quería contar eso un poquito también, como a veces esta jovencita le toca crecer sola, no tiene la ayuda de la madre y tiene que descubrirse sola y tiene que pasar por un proceso que es la ruptura de su fascinación por su padre. Pero eso solo lo va a conseguir estrellándose contra de él. Entonces, quizás mi historia no es la más solar, la más luminosa en términos de relación a la madre o relación familiar. Pero sí cuenta un poquito lo que es poder romper con ciertos esquemas, lo que es poder escapar del de la lógica, de la repetición, de la transmisión de la violencia y además también con la complejidad de seguir sintiendo amor por los demás, que eso es como lo más difícil en una situación así.

- La hermana pequeña es la figura que late desde las sombras durante toda la obra, pero sin embargo, la mayor afectada...

La hermanita menor para mí es el personaje que nos hace entender a todos como la dimensión más trágica de lo que está pasando en esta familia, porque ella es efectivamente la que no tiene con qué defenderse y es la que absorbe todas las tensiones que atraviesan la familia, ella y el gato, que también es el ser vulnerable en esa casa. Intento no juzgar, intento no decir exactamente cuál es la posición moral de la película. Yo creo que el personaje, la hermanita menor, es el personaje que nos permite entender que efectivamente hay un problema ahí y que a pesar de que la los personajes son inocentes, quizás no son culpables necesariamente. Sí son responsables. Estoy hablando de los adultos más que todo, pero sí siento también que en el personaje de la hermanita menor hay alguna esperanza para ella, porque la hermana mayor traza un camino.

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

Fotograma de la película 'Tengo sueños eléctricos'

- La película tiene dos patas, por un lado la violencia intrafamiliar y machista que ejerce el padre y el despertar sexual de la hermana mayor... ¿Desde qué perspectivas has querido abordar y desarrollar estos conflictos?

En realidad ella se interesa en un hombre mayor porque representa un poquito la mirada paterna que no está pudiendo obtener. Hay un pequeño efecto de transfer, es decir, le recuerda quizás un poco a su padre. Yo creo que esta esta historia habla de un poco de un complejo de Electra en realidad. Entonces eso es algo que es un poco delicado contar. Y sin embargo, yo sí quería asumir que un adolescente a veces tiene deseos y no es simplemente una víctima pasiva de lo que le puede pasar, sino que eso es lo contradictorio. Eso es lo complejo. Ella se interesa en un hombre mayor y quizás dentro de muchos años entienda que hay una gran desigualdad ahí en la relación de poder y sin embargo su deseo la lleva ahí. Entonces, forma parte de lo doloroso que es descubrir el mundo adulto y sus propios deseos, y de la injusticia en la dinámica del amor. Ella imagina que ahí hay amor, cuando en realidad lo que hay es una gran disparidad en la relación de poder. Pero una vez más, si yo hubiese decido contarlo desde la forma más evidente, como un abuso o como algo que está clarísimo para el espectador, dejo de contar la complejidad de la perspectiva del personaje adolescente. Ella no ve donde hay un problema. Quería serle fiel a esa confusión, porque es la confusión en la que creo que muchos de nosotros crecemos y nos toma años entender qué fue lo que nos llevó a un lugar o como descubrimos el mundo. Creo que hoy día la gente ve la ficción como el lugar en el que se pueden dar discursos ejemplares, ser didáctico o reparar lo real. Y yo creo que no, yo creo que la ficción es el lugar en el que uno tiene que ir hacia las cosas que incomodan para hacer preguntas y más bien que el espectador esté obligado de posicionarse y que no le estén diciendo dónde tiene que ir o qué tiene que pensar.

- La película ha ganado el Premio Horizontes Latinos en la pasada edición del Festival Internacional de cine de San Sebastián, ¿qué supone esto para ti?

Fue una gran sorpresa. Me dio mucha felicidad porque sentí que en esta sección que es de cine latinoamericano, yo no me sentía tanto en mi lugar. Porque es verdad que cuando una es cineasta centroamericana sientes la tentación de representar a tu país, de representar a Centroamérica. Yo lo que hice fue contar una historia muy íntima y muy banal, entre comillas, sobre un divorcio y una relación a un padre violento. Y no pensé que le interesara a nadie, la verdad. Y sin embargo, sí. Entonces eso me da la esperanza de que ya como cineastas latinoamericanos en general podemos actualizarnos a contar historias que no sean necesariamente exóticas o objetos culturales. Siempre tener que estar hablando de la violencia, de de la inestabilidad política, de la miseria. Que está bien que exista. Pero también yo creo que hay un momento en que podemos hablar de cosas un poquito más íntimas y también que nos unen más. Es decir, la violencia no es un monopolio.

Yo estoy descubriendo el cine latinoamericano. Eso es lo divertido. Es decir, me encanta el cine. He visto mucho cine, pero como soy también francesa, nunca me posicioné. Es verdad que hay un tipo de cine latinoamericano que es el que consumen los festivales de cine en Europa y también el público en salas de cine. Tiende a ser siempre un poco similar. Pero yo creo que esto también viene de los propios latinoamericanos que que tenemos a veces la tentación de justificar nuestra presencia en el mundo del cine, contándonos de forma un poco exótica o un poco sensacionalista. Es precisamente un paso que tenemos que tomar nosotros también, autorizarnos a contar otro tipo de historias.

- ¿Qué proyectos tienes para un futuro?

Estoy escribiendo mi próximo proyecto. Me voy a centrar más en la relación madre hija, porque en realidad en esta película tuve que sacrificar esa relación. Voy a intentar seguir haciendo cine en Costa Rica porque hay muchas historias por contar y en esta película me habría gustado que duré tres horas, pero tuve que quitarle muchas cosas. Entonces yo creo que voy a intentar alimentarme de lo que no pude filmar aquí y filmarlo para la próxima.

 
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