Guardar la suerte

Madrid

No tengo lotería de Navidad. No la compro. Y, por lo tanto, paso la mañana del 22 deseando de forma muy tímida y sin muchos aspavientos, que no os toque a vosotros ni en general a nadie que tenga un boleto que debería o podría tener yo. Es decir, yo quiero que os toque. Yo quiero todo el bien del mundo para vosotros. Pero que os toque con el número que comprasteis en Fuengirola. El número que no compré yo por pereza o por no haber pasado por ahí. No compro, no por principios ni nada, no suele surgir o a veces las cosas si no te las ponen delante, no te molestas en buscarlas. Y luego sí que hay algo un poco más delicado.

Mi relación con la suerte es un poco controvertida, he tenido mucha y me da un poco de miedo abusar de ella. Imagínate que me toca el gordo y la suerte dice hasta aquí hemos llegado contigo. Creo que con la suerte hay que hacer como con la comida y con la bebida: dejar de jugar con ella cuando aún te cabe un poquito más. Dejar de comer con un poquito de hambre. Dejar de beber en la penúltima y dejar de jugar cuando aún te espera o sospechas que te espera un golpe de suerte más. Guardadlo por si lo necesitas para algo más importante. Incluso aún más importante, que lo es, que el dinero.