Maestra
"Una palabra que nos llegó del magister latino y que acabó nombrando la carrera que acreditaba al educador, magisterio, o la excelencia en la forma de hacer algo dentro o fuera de las aulas. Así, cuando alguien nos deslumbra en su manera de hacer, diremos que lo suyo es magistral"
Madrid
A quienes nos han educado a lo largo de nuestra vida los hemos llamado de todo sin necesidad de que nos suspendieran o nos castigaran, solo es cuestión de modas. Primero fueron maestros y maestras; si eran mujeres, las llamábamos señoritas, al margen de su estado civil o su edad. Después fueron profesores, más tarde llegaron los cariñosos diminutivos, seño, profe... Hoy no es raro que un niño nos hable de su educador o educadora, y apostaría sin riesgo a que no tardando mucho la RAE admitirá la palabra teacher castellanizada.
Pero, si me das a elegir, yo me quedo con maestro. Una palabra que nos llegó del magister latino y que acabó nombrando la carrera que acreditaba al educador, magisterio, o la excelencia en la forma de hacer algo dentro o fuera de las aulas. Así, cuando alguien nos deslumbra en su manera de hacer, diremos que lo suyo es magistral.
Un puñado de profesiones tienen en su cúspide a un maestro, desde el maestro de cocina al maestro de obras. Hasta el verdugo con pericia en el arte de ejecutar recibió en su tiempo el calificativo de "maestro de altas obras", obra cumbre del eufemismo. En fin, ninguna de las denominaciones resta un ápice al noble oficio de quien enseña a los demás. Pero lo más seguro es que en el catálogo de enseñantes que han pasado por nuestra historia, a quien nos dejó huella, a quien nos abrió el apetito de la curiosidad y el deseo de seguir aprendiendo, siempre lo recordaremos como un maestro, como una maestra.