Annie Ernaux ataca en su discurso del Nobel a los "hombres para los que los libros escritos por mujeres no existen"
La escritora ha defendido la lucha de las mujeres y de la clase obrera, temas que centran su obra, en la lectura de su discurso de agradecimiento del Premio Nobel en la Academia Sueca
Annie Ernaux es la escritora que ha conectado el Premio Nobel con una nueva generación, la de las jóvenes lectoras que han hallado en sus libros un espejo en el que mirarse. Para ella, la primera escritora francesa en conseguir este galardón, el Nobel sirve para reparar la injusticia de su nacimiento. "Pensaba orgullosa e ingenuamente que escribir libros, hacerse escritor, al final de una estirpe de campesinos sin tierras, de obreros y pequeños comerciantes, de gentes despreciadas por sus modales, su acento, su incultura, bastaría para reparar la injusticia del nacimiento", decía la autora de 'Un lugar' en el discurso leído en la Academia Sueca, como acto previo a la ceremonia de entrega del gardón el próximo sábado.
"Escribiendo en un país democrático, sigo preguntándome, sin embargo, por el lugar que ocupan las mujeres en el ámbito literario", decía Annie Ernaux, feminista desde sus primeros libros, en los que ha contado su experiencia como mujer de clase obrera. ".Su legitimidad para producir obras aún no está ganada", recordaba la escritora sobre la situación de las autoras hoy. "Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos intelectuales occidentales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen, nunca los citan", añadía. Por eso, el reconocimiento de su obra por parte de la Academia Sueca, sobre la que durante años ha pesado la sombra del machismo y el heteropatriarcado, supone una señal de esperanza para todas las escritoras.
El Nobel de Ernaux se ha vivido como un Nobel para otras muchas escritoras y también para muchas lectoras. Es un premio que reconoce a las mujeres, que reconoce a un tipo de escritora que se ha centrado en lo íntimo, que ha contado el hogar, sus tormentos y una Francia que escapaba del relato oficial. "En el acto de sacar a la luz lo «indecible social», esa interiorización de las relaciones de dominación de clase y/o raza, de sexo también, que solo sienten quienes son objeto de ella, reside la posibilidad de la emancipación individual pero también colectiva. Descifrar el mundo real despojándolo de las visiones y valores que el lenguaje, cualquier lenguaje, porta es perturbar el orden instituido, socavar sus jerarquías", contaba en su discurso. Es lo que hizo, sin ir más lejos, en El acontecimiento, una de sus novelas más populares, llevada al cine por Audrey Diwan, con la que ganó el León de Oro en Venecia. Un retrato del aborto clandestino que la propia escritora sufrió.
"No considero la concesión del Premio Nobel como una victoria individual", aseguraba Ernaux ante los presentes con emoción. "No es orgullo ni modestia pensar que se trata, en cierto modo, de una victoria colectiva", reconocía en un gesto de generosidad. Ese mismo gesto que ha recorrido su trayectoria. Sus obras son tremendamente personales. No le gusta el término autoficción, pero sus novelas tienen mucho de contar su vida. Sin embargo, no hay ego, no megalomanía al hacerlo; sino que su historia individual ha logrado convertirse en algo universal. Quizá porque la suya es la historia de otras muchas mujeres, que han cambiado de clase, que han dejado el rol de ama de casa a un lado. "Comparto el orgullo con quienes, de un modo u otro, desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos, independientemente de su sexo y su género, de su piel y su cultura. Con quienes piensan en las generaciones venideras, en la salvaguarda de una Tierra que la codicia de unos pocos sigue haciendo cada vez menos habitable para el conjunto de los pueblos".
Dice que a los veinte años hizo una promesa: vengar su raza. "No sabría decir si la he cumplido", confesaba ante los invitados. "De mis antepasados, hombres y mujeres esforzados en tareas que les hicieron morir pronto, recibí la fuerza y la rabia suficientes para tener el deseo y la ambición de hacerle un sitio en la literatura, en ese conjunto de voces múltiples que, muy pronto, me acompañaron permitiéndome el acceso a otros mundos y a otros pensamientos, incluido el de rebelarme contra ella y querer modificarla. Para inscribir mi voz de mujer y de tránsfuga social en lo que se presenta siempre como un lugar de emancipación, la literatura", terminaba la escritora que siempre ha indagado en ese sentimiento de traición a la clase obrera. Algo que ha calado en otros escritores que han tomado a Annie Ernaux como maestra. No es solo una escritora para mujeres. No es una escritora que guste a escritoras.
La obra de Annie Ernaux tiene alumnos y alumnas, algunos tan conocidos como Emmanuel Carrère o Delphine de Vigan, escritoras rebeldes como Virginie Despentes, jóvenes como Edouard Louis y Didier Eribon. El legado de un Nobel que, por primera vez en mucho tiempo, se ha sentido como un galardón colectivo.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...