Insultos y faltas de respeto

Madrid

La democracia es una forma de organizar el Estado que fue inventada por los griegos en el siglo quinto antes de Cristo, pero alcanzó la mejor versión de su historia hace unos días en Madrid. Porque si somos muy estrictos con su definición y la democracia es el gobierno del pueblo, la semana pasada el Congreso de los Diputados parecía la verbena de unas fiestas patronales. Y, en ese sentido, hay que agradecer a Vox haber sido el partido que más esfuerzos ha hecho por llevar al Congreso el espíritu del pueblo. Concretamente, el de Puerto Hurraco hace veinte años. En lugar de convertir la política en una sucesión de propuestas aburridas que sólo servirían para mejorar la sociedad y el país en el que vivimos, Vox elige sacrificarse por la democracia aportando ese toquecito de color que siempre dan los insultos y las faltas de respeto.

Y esto no se consigue así por así. Aquí hay un trabajo, hay una investigación. Estoy seguro de que, aunque no lo reconozcan, cuentan con la asesoría de un think tank de verdaderos especialistas en la material. Un laboratorio de ideas formado por hinchas de fútbol argentinos, camioneros reclutados en mitad de un atasco y gente con una mala digestión para escribir sus discursos.

Hace 2500 años, cuando los atenienses inventaron la democracia para que el pueblo gobernase, no podían imaginar que en España íbamos a refinar la fórmula hasta que parte del Congreso funcionara como la tasca de tu pueblo.