Insulto a la inteligencia

Madrid

Aunque nunca tuvo Mirada propia en 'Hoy por hoy', Arthur Schopenhauer era un señor muy listo. El filósofo alemán lo demostró, por ejemplo, al analizar críticamente una de las mayores pasiones del ser humano: el afán por tener razón o, al menos, por que nos la den en una disputa. Sobre este asunto comenzó a escribir un pequeño tratado que tituló El arte de tener razón expuesto en 38 estratagemas. Las llamaba estratagemas porque no tenía muy buen concepto de ellas.

Las consideraba fórmulas que demostraban, en sus propias palabras, "no solo la incapacidad intelectual, sino, también, la falta de probidad moral que tan frecuentemente aparece en la deslealtad del proceder en una discusión". Hay que ser muy inteligente para escribir esto doscientos años antes de que Carla Toscano tomara la palabra el miércoles en el Congreso.

Aunque, con todos mis respetos a Irene Montero, que tiene perfecto derecho a sentirse ofendida, tengo que decir que quien más veces resulta insultada en los debates del hemiciclo no es ninguna de sus señorías sino la inteligencia. Carla Toscano demostró que en ambas disciplinas, la injuria personal y el agravio a la inteligencia, es una atleta olímpica.

Por razones ajenas a su voluntad, Schopenhauer tuvo que interrumpir la redacción definitiva de aquel tratado. Posteriormente, cuando retomó la tarea, fue incapaz de acabarlo porque, según dijo, en aquel momento de su vida esas estratagemas le producían nauseas. Si Schopenhauer siguiera la política española es muy posible que llevara vomitando desde 2019.