"Si me queréis y me respetáis, dejadme morir en mi pueblo": la historia de la última habitante de un pequeño pueblo de Soria
David Ortega se dedica a recorrer Soria y retratar a sus habitantes y su patrimonio abandonado
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"Si me queréis y me respetáis, dejadme morir en mi pueblo": la historia de la última habitante de un pequeño pueblo de Soria
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Madrid
Muchas veces criticamos, y con razón, las redes sociales por lo que tienen de tóxicas. Pero otras veces nos acercan a lugares inesperados y nos permiten conocer a gente que merece la pena. Este es el caso de David Ortega que, en su cuenta de Twitter, se dedica a recorrer Soria y retratar a sus habitantes y su patrimonio abandonado. David se define es su cuenta de Twitter como "Joven. Nieto de Adolfo y Alicia, Martín y Socorro. Soriano y algo burgalés" David estudió Derecho y ADE en la Universidad Complutense en Madrid y ahora está opositando para interventor tesorero de la administración local. Tras la pandemia volvió a Soria.
"Un pueblo de 100 habitantes ya es grande"
David lleva recorriendo la provincia desde los 18 años, cuando obtuvo el carnet de conducir. "Las cosas que cuento son cosas que me encuentro por querer conocer mi provincia", expone. Explica que el 95% de los pueblos de la provincia no tiene más de 25 habitantes, "un pueblo de 100 habitantes en Soria ya es grande". David ha vuelto a algunos pueblos en los que ya no queda nadie y cuyas iglesias se han hundido, "por eso es importante dejar constancia".
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"Si me queréis y me respetáis, dejadme morir en mi pueblo"
David cuenta la historia de un pueblo que tan solo mantiene una casa en pie. En ella vive una anciana viuda que le pidió a sus hijos: "si me queréis y me respetáis, dejadme morir en mi pueblo". La Romana, como se la conoce, estaba interna en una residencia de ancianos en Soria, pero al morir su hermano decidió volver a su hogar. En esa casa aún se puede ver un hilo de humo de la chimenea todos los días del año porque la señora cocina en el hogar bajo.
Reclama que las instituciones pongan todos sus esfuerzos en que cabeceras de comarca como Almazán o El Burgo de Osma no pierdan población para que, a partir de ellas, se puedan revitalizar los pueblos pequeños.
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