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El Leipzig rompe la racha triunfal del Real Madrid

Los alemanes, comandados por Gvardiol y Nkunku, derrotan a los de Ancelotti (3-2) en la fase de grupos de la Champions League

Timo Werner mete el tercer gol del Leipzig. / STUART FRANKLIN

Timo Werner mete el tercer gol del Leipzig.

No es que cambie el panorama del Real Madrid, pero sí es un hito a recordar en una marcha triunfal de los blancos. Ante un enorme RB Leipzig comandado por Nkunku y Gvardiol, los alemanes derrotaron a los de Carlo Ancelotti, provocando su primer fracaso de la temporada y dando un paso de gigante en sus objetivos clasificatorios. Pese a ello, los blancos siguen dependiendo de sí mismos en la última jornada de la fase de grupos para pasar como primeros a octavos de final de la Champions League.

El Real Madrid cosecha su primera derrota de la temporada

La garra de Fede Valverde hizo olvidar el buen nivel del RB Leipzig en el Bernabéu, pero los alemanes hicieron por recordar al aficionado medio el buen equipo que son. No había pasado un minuto de partido y ya se apreciaron sus virtudes: a un ritmo vertiginoso, Gvardiol ubicaba a los suyos en el campo contrario y Nkunku manejaba los hilos desde la frontal. El Real Madrid había salido con un esquema distinto (4-2-3-1, con Camavinga de mediapunta) para intentar replicar el dibujo de sus rivales, tratando de meterle cloroformo al partido. Por desgracia para los de Ancelotti, no hay quién duerma a este equipo ingobernable. Primero, Gvardiol se aprovechaba de la poca intensidad de Asensio para inaugurar el marcador en un córner. Cinco minutos después, Nkunku definió ante Courtois. Los dos hombres que mejor representaban a los suyos daban alas al Leipzig y hundían al campeón de Europa en menos de 20 minutos.

Nos podemos imaginar lo que estaría pasando por la cabeza de los jugadores del Leipzig: "Nos van a remontar, siempre hacen lo mismo". La leyenda del Real Madrid es muy alargada y hoy no se estaba correspondiendo con lo visto en el verde, aunque sirvió para que los alemanes diesen un paso atrás. Solamente los extremos brasileños encendían la luz en un equipo que vivía en penumbra, pero ya era más peligroso que todo lo visto antes. Ese entusiasmo se lo contagiaron a Asensio, dibujando un desmarque de ruptura que recordó brevemente a sus mejores años de blanco. El mallorquín buscó un socio con quien conectar un centro, encontrado a un aliado inédito en el arte del remate de cabeza. Vinicius, como Benzema, definió con la testa como mandan los cánones, dándole una vida extra al Real Madrid antes del descanso.

El Real Madrid, a la vuelta de vestuarios, comprendió que debía abrazar el ritmo que proponía el Leipzig, no evitarlo. Los futbolistas que tenía Ancelotti en el campo invitaban a ello. Si bien el partido era un correcalles, los blancos vivían cómodos en el filo del acantilado. Militao y Rüdiger, defendiendo al espacio, disfrutaban casi tanto como los atacantes. Eso sí, enfrente estaba un gigante sosteniendo todo el sistema defensivo alemán: Gvardiol estaba firmando una segunda parte mucho mejor que su magnífica primera mitad. No acababan de aparecer los remates a puerta (todos se quedaban en un 'casi'), pero todo apuntaba a que los últimos compases del encuentro serían apoteósicos. Era el momento de comprobar si esos malos presagios que tuvieron los alemanes tras el gol de Vinicius eran ciertos.

Como no podía ser de otra manera, los de Ancelotti estaban espoleados, felices por llegar a estas alturas del partido con la presión de cosechar la primera derrota de la temporada. Incluso Hazard, que había entrado, estaba empujando. Una ocasión de Vinicius, casi a placer, pudo ser el empate. El lobo ya acechaba a su presa, haciendo real esos miedos germanos que aún no se habían materializado. Pero, en contra de la historia y de lo visto en el último año, salió cruz. En una contra apoteósica de los alemanes, huyendo de sus complejos, pillaron descolocado al Real Madrid. Militao vio a Werner en un inicio, aunque se confió y le dejó a su espalda. Error. El cazador había sido cazado, dejando al delantero marcar a placer la sentencia del Leipzig en el minuto 81.

Hubo un último acto de rebeldía madridista, consiguiendo Rodrygo anotar desde los 11 metros en el último minuto de partido, pero no pasó de ahí. Por primera vez en mucho tiempo, el Real Madrid perdía jugando al juego en el que siempre ganaba. No es que cambie nada para ellos, ya que siguen dependiendo de sí mismos para sellar su pase a octavos como primeros de grupo si vencen al Celtic de Glasgow en el Bernabéu. Aun así, es como el final de '300': no son un Dios, pues ellos no sangran, no pierden ni fallan. Es un aviso a navegantes, recordando que, por muy intocables que se crean, la Champions League no conoce de inmunidades.

Víctor Diéguez

Víctor Diéguez

Periodista según la UCM. Pasión por el deporte y por sus historias.

 
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