María Pagés: dátiles, higos y uvas al compás

Madrid

Nos recibe en su piso de Madrid la gran bailaora y coreógrafa María Pagés. Nos sentamos en el salón en dos sofás con una gran mesa de centro, y otra auxiliar donde veo un libro de Merce Cunningham, maravilloso. Pero lo que más llama la atención de la estancia es el espacio que queda en el centro. Como si fuese un improvisado tablao que la está esperando. Es imposible no hacerle la broma de si zapatea ahí y qué dice el vecino del 4º. María Pagés a finales de mes recogerá el Premio Princesa de Asturias de las Artes junto con su gran amiga la cantaora Carmen Linares. El día antes van a estrenar el espectáculo "Carmen y María. Dos caminos una mirada", como algo excepcional actuarán antes de la entrega de los premios. María entiende el arte, la danza, como un compromiso ético con la sociedad. Por eso, junto con su pareja; el escritor, poeta y dramaturgo El Arbi El Harti, ha creado el Centro Coreográfico María Pagés en Fuenlabrada. De hecho, al acabar la entrevista, se tienen que ir a ensayar. Ha sido El Arbi el que nos ha dejado en la mesa unos cuencos con uvas, higos y dátiles. Porque siempre desayunan fruta.

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El escritor y premio Nobel, José Saramago, decía que "ella baila, y bailando mueve todo lo que le rodea. Ni el aire, ni la tierra son iguales después de que María Pagés haya bailado". Sin duda se refería al "duende" que tiene pero ¿Y compás? a ver cómo lo marca recién levantada. Y no duda en marcarse un ritmo con los nudillos que hacen saltar los cuencos. Pagés es una apasionada de la danza, que reivindica como un arte necesario. Necesario y siempre marginado y apunta que quizás sea porque la danza siempre ha sido un arte principalmente femenino. No lo había pensado, y me quedo con esa reflexión y otras sobre el flamenco que nos representa como país y que aquí no acaba de estar tan bien valorado. Así ella, con ese tono alegre y enérgico, deja flotando reflexiones que se te quedan bailando en la cabeza cuando ya hemos cerrado el micro.