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Historia | Ocio y cultura

La taza Quingbai

"La taza Qingbai representa un mundo cosmopolita de intercambios a larga distancia y tolerancia cultural y religiosa que solo se acabó de destruir en el siglo XIX, con la expansión colonial europea. La taza Quingbai nos habla de un mundo que fue, no hace tanto, pero también de un mundo que puede volver a ser"

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Madrid

Hay países que solo nos traen a la mente imágenes catastróficas. Uno de ellos es Somalia. De hecho, se ha convertido en metáfora o caricatura de lugar maldito: un país asolado por hambrunas, sequías, guerras y terrorismo al que nadie en su sano juicio querría ir de viaje y mucho menos vivir. Es una imagen que simplifica un presente muy diverso y, sobre todo, una historia fascinante que difiere mucho de los estereotipos. Para hablar de ella me gustaría contaros la historia de una taza.

La encontramos en el norte de Somalia, en un estado autoproclamado independiente con el nombre de Somalilandia. No es una taza cualquiera. No lo es porque tiene mil años y viene del otro extremo del mundo: de China. En el siglo XI, la taza recorrió nueve mil kilómetros por mar hasta llegar a la costa somalí, donde se rompió y la encontramos diez siglos después. No es una taza cualquiera porque es una taza de porcelana Qingbai. Se trata de una de las primeras porcelanas chinas, de una calidad y sofisticación tecnológica increíble que en Europa solo se alcanzó en el siglo XIX. No solo eso, en Europa solo vieron porcelanas Qingbai como la que nos encontramos a partir del siglo XIV. Y entonces solo en las cortes de los reyes.

Para entonces, los africanos estaban hartos de desayunar en boles de porcelana china. Los usaban para comer, para decorar sus tumbas y para adornar sus casas. Lo que en Europa se convirtió en costumbre en el siglo XIX y que todavía se puede ver hoy en muchos hogares (el chinero, el mueble para exhibir la porcelana en el salón), existía en el este de África en la Edad Media.

La taza de porcelana nos habla de algo más. Algo más importante. Nos habla de encuentros. Nuestra taza apareció en el lugar de una fiesta: junto a la playa, un arenal tapizado de vasijas, vidrio y hueso. Un lugar donde la gente se reunió y festejó varios días. Eran árabes de Yemen y africanos que seguían religiones tradicionales. La taza Qingbai representa un mundo cosmopolita de intercambios a larga distancia y tolerancia cultural y religiosa que solo se acabó de destruir en el siglo XIX, con la expansión colonial europea. La taza Quingbai nos habla de un mundo que fue, no hace tanto, pero también de un mundo que puede volver a ser. Porque la tolerancia y la hospitalidad nunca desapareció del Cuerno de África, ni en las circunstancias más adversas del presente.

 
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