'Pulse uno', 'pulse dos', 'pulse tres'

Madrid

El Gobierno pretende regular la atención telefónica mediante una ley que, entre otras cosas, no permitirá que las empresas dispongan "únicamente de máquinas para resolver los problemas del cliente de manera que, si este lo requiere, "deberá ser atendido por una persona".

Si la política consiste, como dicen quienes la ejercen, en trabajar por el bien común, nadie debería oponerse a esta lev. ¿Qué ser humano con corazón y sentimientos podría votar en contra? ¿Habrá alguien en el hemiciclo a quien le parezca mal? Alguien que suba al estrado y proclame: 'No lo hagáis. Dejad todo como está. Me gusta hablar con contestadores automáticos. Adoro esa simpleza analítica con que lo reducen todo a: 'pulse uno', 'pulse dos', 'pulse tres' o, si el problema es ya muy gordo, 'pulse cuatro'".

Tengo una amplia experiencia en tratar con contestadores automáticos. Prácticamente, he insultado a todos los de las grandes empresas de este país. Es lo único que tienen de bueno: te puedes poner hecho un gallito con ellos porque sabes que ninguno te va a responder "eso no me lo dice usted a la cara".

Durante la tormenta Filomena estuve una semana intentando hablar con algún humano del servicio de atención al cliente de una de las grandes eléctricas de este país. Pasaba tantas horas al teléfono que barajé incluso la posibilidad de pedir una excedencia para que el trabajo no me distrajera. Después de siete días me rendí. Al octavo, curiosamente, un señor de la compañía me llamó para preguntarme amablemente por qué me había dado de baja y hacerme una ventajosa oferta si volvía con ellos. Le dije que en ese momento no podía atenderle pero que por favor se la explicara a mi secretaria. Y le pasé con la Thermomix.