El Laboratorio sale de paseo botánico por Murcia: plataneras, ombú o las jacarandas
Recorremos junto a López Nicolás los casi dos kilómetros que separan el Parque de Fofó con el de Floridablanca, donde se pueden admirar cinco especies de árboles exóticos que no suelen verse en las grandes urbes

El Laboratorio de López Nicolás sale de paseo botánico por Murcia plataneras, ombú o las jacarandas
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Murcia
A nuestro científico, docente e investigador, José Manuel López Nicolás, le gusta pasear por Murcia, y es lo que nos propone en su Laboratorio de esta semana. Pero se trata de un paseo que nos cuenta la ciencia que hay en la ciudad, y concretamente de la botánica que encuentra en sus calles y plazas. En concreto, nos ha hablado de la botánica que hay detrás del paseo que conecta el Parque de Fofó con el Jardín de Floridablanca, dos kilómetros de recorrido donde puede admirar cinco especies de árboles exóticos que no suelen verse en las grandes urbes.
Especies como el árbol exótico Chorisia speciosa en el Parque de Fofó, que lleva el nombre del famoso payaso Alfonso Aragón Bermúdez. Un árbol exótico conocido como palo borracho o árbol botella, originario de Sudamérica, que se distingue por su tronco ancho e hinchado en la base, donde almacena agua para que el árbol pueda resistir durante las épocas de sequía. Con el tiempo, el tronco del árbol se vuelve más cilíndrico y puede llegar a medir hasta veinte metros de altura, y con una asombrosa floración. En primavera y verano, el árbol se llena de flores grandes en tonos rosa, blanco o amarillo, con cinco pétalos y un centro prominente.
Luego se dirige hacia la Plaza Circular y la avenida Alfonso X el Sabio, que está concebida como un bulevar central lleno de árboles que dieran sombra, y concretamente se usó en su momento el Platanus hispánica, conocido también como plátano de sombra, plátano híbrido o plátano de paseo. Con sus amplias hojas lobuladas, parecidas a las del arce, este árbol proporciona una sombra densa durante los meses cálidos, que es un árbol de gran tamaño, alcanzando alturas de hasta treinta o cuarenta metros. Su tronco, robusto y recto, puede superar los dos metros de diámetro.
Al llegar al final de la avenida Alfonso X el Sabio, se dirige por la calle José Echegaray hasta llegar a la plaza Julián Romea. En este lugar, encuentra la Casuarina, un grupo de árboles y arbustos de la familia Casuarinaceae que comprende alrededor de diecisiete especies originarias de Australia, el sudeste asiático y algunas islas del Pacífico. Estos árboles, comúnmente conocidos como casuarinas o pinos australianos, tienen una apariencia única que recuerda a la de los pinos, aunque no están emparentados con ellos. En Murcia, se puede encontrar la casuarina en lugares como Vistabella, el Malecón, Puerta Nueva y el Cuartel de Artillería. Las casuarinas presentan ramas finas que se parecen a agujas de pino, dándoles una apariencia delicada y sofisticada. Este grupo de árboles es particularmente resistente a suelos áridos y condiciones climáticas difíciles, como la salinidad y la sequía, lo que los convierte en una opción valiosa para proyectos de reforestación y control de la erosión en áreas costeras y degradadas.
Desde la Plaza Julián Romea por la Calle Jabonerías sigue avanzando hacia la Plaza de San Bartolomé, donde se encuentra el famoso ombú. Phytolacca dioica, un árbol originario de las pampas de Sudamérica, que en realidad no es un árbol. El nombre ombú proviene del guaraní y significa «sombra», ya que este árbol puede alcanzar hasta quince metros de altura y desarrollar una copa frondosa que ofrece una sombra amplia. Por esta razón, es común verlo en jardines y parques urbanos.
El ombú es una especie destacada por su tamaño majestuoso y su capacidad para soportar condiciones difíciles. Aunque comúnmente se le denomina «árbol», en realidad es una hierba gigante desde el punto de vista botánico, ya que no desarrolla tejido leñoso verdadero, lo que lo diferencia de otras especies de árboles. Su tronco, que puede alcanzar más de dos metros de diámetro, es notablemente amplio y está compuesto por un tejido esponjoso que retiene agua, permitiéndole al ombú sobrevivir en periodos de sequía.
Nuestro paseo concluye en el Jardín de Floridablanca, aunque antes pasa por la Plaza de las Flores, que se encuentra en plena floración. La biología molecular es la disciplina científica que predomina en este maravilloso fenómeno de la naturaleza, y gracias a los avances en esta disciplina que estudia la estructura, función y conexiones de los organismos a nivel molecular, los investigadores han hallado que las plantas con flores han desarrollado una intrincada red de señales moleculares que les señala cuándo es el momento correcto para comenzar a florecer. Por ejemplo, los integradores Florales son un conjunto de genes que funcionan como interruptores. Cuando se activan, inician una serie irreversible de reacciones moleculares que dan lugar a los anillos concéntricos (o verticilos) donde se organizan los órganos de la flor madura: sépalos, pétalos, estambres y carpelos. También destacan los Fotorreceptores que en las flores permiten a las plantas detectar con gran exactitud la longitud de onda de la luz que reciben, así como la estación del año en la que se encuentran (la luz es diferente en invierno que en primavera). Cuando la luz es la adecuada, las plantas activan un sofisticado sistema interno (vinculado con el de los integradores florales) que también favorece la formación de flores. Además, la floración está influenciada por estructuras llamadas relojes celulares. Estos relojes operan en ciclos de veinticuatro horas y permiten a cada célula anticiparse a los cambios en la luz y la oscuridad.
En el Jardín de Floridablanca, el final de nuestro paseo, encontramos todo un tratado de botánica. En este lugar se pueden observar varias especies de plantas, pero sobre todo destaca la jacaranda (Jacaranda mimosifolia). Este árbol ornamental, originario de Sudamérica es famoso a nivel mundial por su espectacular floración. Se calcula que la jacaranda en el Jardín de Floridablanca tiene más de cien años. Aunque es capaz de soportar la sequía, este árbol prefiere suelos que drenen bien y no se adapta bien a heladas severas. Por esta razón, su cultivo se restringe a áreas con inviernos suaves.
ste árbol, que pertenece a la familia Bignoniaceae, es famoso por sus impresionantes flores azul-violeta que adornan sus ramas en primavera y verano, creando un magnífico despliegue de color. La jacaranda puede crecer hasta veinte metros de altura y tiene un tronco delgado y recto con una corteza de tono grisáceo y algo rugosa. Sus hojas, que están finamente segmentadas en numerosos foliolos, le confieren un aspecto liviano y plumoso. Durante la floración, el árbol se cubre de racimos de flores tubulares que pueden alcanzar hasta cinco centímetros de largo, atrayendo polinizadores como abejas y aves. Al finalizar la floración, las flores caen al suelo, formando una alfombra de pétalos que embellece aún más el Jardín de Floridablanca. La jacaranda es un símbolo de belleza y renovación, especialmente en primavera, cuando su esplendor señala la llegada de la buena temporada.