El micromentario de Pepe Belmonte: 'Los semáforos ganan la batalla'

Murcia

En estas últimas semanas, desde que nos marchamos de vacaciones y me despedí de todos ustedes, han pasado tantas cosas, y no todas buenas, que cuesta trabajo ponerlas en orden para que podamos analizarlas.

La canción del verano, desaparecido el inolvidable Georgie Dann, el de la barbacoa, ha sido aquella cuyo estribillo repetía, una y otra vez, “no voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir…”, como un auténtico disco rayado.

El presidente de la Federación Española de Fútbol, el ya archiconocido Rubiales, que fue en su día un tuercebotas, un futbolista mediocre, no sólo tenía que haberse marchado a las primeras de cambio, sino, que tenía que haberlo hecho, sobre todo, por soberbio, por petulante, por bocazas, por mentiroso, por obsceno, por zafio y ordinario.

Pero si he de decirles la verdad, una vez que me he incorporado a la rutina diaria, lo que más me ha llamado la atención ha sido la presencia de semáforos, como si fuera primavera y crecieran como setas, en una de las rotondas más transitadas de las afueras de Murcia: justo la que está junto a la entrada de la pedanía de Zarandona.

La implantación de semáforos en una rotonda viene a significar la derrota definitiva del sentido común, el fracaso de la inteligencia, y la imposibilidad de confiar en los conductores, que seguimos sin tener la menor idea de cómo gestionarla cuando nos aproximamos con nuestro vehículo.

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Y eso que, casi a diario, tanto la Guardia Civil como la Policía Local (a los que, desde aquí, se les agradece el enorme esfuerzo pedagógico que realizan), a través de las redes sociales, nos envían gráficos en los que se nos muestra, como a niños de Primaria, cómo hay que comportarse, sin perder los nervios, cuando nos adentramos con un vehículo en la jungla de una rotonda. Y ni por esas.

¿Entienden ahora por qué en este país no hay manera de llegar a ningún tipo de acuerdo ni consenso en política?

Pepe Belmonte