La contaminación aumenta el riesgo de sufrir enfermedades del corazón
Así se deriva de una investigación desarrollada por la Universidad de Murcia (UMU) y el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB).
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Vista de la ciudad de Murcia con la catedral al fondo, donde se puede apreciar la contaminación atmosférica. / Marcial Guillén (EFE)
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Murcia
La exposición continua a las partículas contaminantes procedentes de la industria y el tráfico, como las denominadas PM10 y PM2,5, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y arritmias cardiacas, y multiplica la mortalidad y los casos de ictus en personas que ya padecen ese tipo de dolencias.
Así se deriva de una investigación desarrollada por la Universidad de Murcia (UMU) y el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB).
En concreto, según este estudio que se ha publicado recientemente en la revista científica “Science of the Total Enviroment”, la exposición a estas micropartículas, que son las más peligrosas para la salud, aumenta el riesgo de desarrollar fibrilación auricular, la arritmia cardíaca más común.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores han evaluado una veintena de publicaciones de las últimas dos décadas que ya asociaron la exposición a estos contaminantes con un mayor riesgo de desarrollo de fibrilación auricular.
Asimismo, varios estudios previos demostraban también que al aumentar la exposición a contaminantes ambientales aumentan los eventos adversos en pacientes que ya padecen esa enfermedad, elevándose el riesgo de mortalidad e ictus debido a mecanismos como el estrés oxidativo, el deterioro de los vasos sanguíneos y la inflamación sistémica.
Además, se elevan las probabilidades de que esos pacientes desarrollen otras patologías como la aterosclerosis y la trombosis.
Para el investigador José Miguel Rivera, “la contaminación ambiental debería considerarse como un factor de riesgo global y es necesario adoptar medidas específicas para prevenir la exposición a la contaminación del aire”.
En su opinión, las políticas de reducción de la contaminación deberían ir ligadas a planes de detección de riesgo cardiovascular para personas que viven en regiones con una baja calidad del aire.