El micromentario de Pepe Belmonte: ¿La retirada voluntaria?
Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia
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El micromentario de Pepe Belmonte: ¿La retirada voluntaria?
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Murcia
Siempre he sentido curiosidad por saber qué sucede con aquellos diputados, alcaldes y, sobre todo, con esos cientos de concejales que, desde su propio partido, al que han servido, imagina uno, con encono y honestidad durante muchos años, son apartados del cargo y desaparecen por completo de las papeletas electorales.
Son, se quiera o no, depurados, desposeídos, quién sabe si para siempre, de ese privilegiado estatus del que, hasta hacía pocas fechas, habían gozado.
¿A dónde van estas criaturicas que ya no cuentan para nada en sus respectivas formaciones políticas? ¿Serán capaces, después de años, incluso de décadas, dedicados en cuerpo y alma a la política, de reintegrarse a la sociedad civil? ¿Los recibirán en sus casas con los brazos abiertos? ¿Los reconocerán sus hijos, a los que casi no han visto crecer?
Y lo que no es menos importante: ¿tendrán algún lugar a donde ir a trabajar? Porque, en muchos de los casos, de ahí la insistencia en seguir viviendo de la política, buena parte de estos “cesantes” forzosos, que diría Galdós, no han cotizado ni un solo día, ni siquiera han ganado jamás una oposición. No tienen, como diría el castizo, ni oficio ni beneficio.
Se ha dado el caso -así le ha sucedido a un buen político, amigo mío, de un municipio de la región de Murcia- en el que el concejal de turno, hasta entonces imprescindible, se ha enterado de su ausencia en las listas, no porque se lo hayan comunicado oficialmente en su partido, que es lo preceptivo, sino por los vecinos, que le han dado la mala noticia cuando lo han visto por la calle.
Son muy pocos los políticos que optan por la retirada voluntaria. Sabemos de alcaldes -y en la ciudad de Murcia tenemos algún ejemplo- que después de más de dos décadas gobernando, no había modo de hacerles renunciar, aferrándose al cargo como quien se agarra a un salvavidas en un naufragio.
Los alcaldes, concejales y diputados regionales que han quedado excluidos de esta convocatoria de nuevas elecciones, se constituyen así en una sociedad de perdedores, en una nueva especie de zombis, de muertos vivientes, que sólo se nutren de nostalgia. Decía el novelista francés Gustave Flaubert que los recuerdos, lejos de alimentarnos, hacen más profunda nuestra soledad.
Pepe Belmonte