El micromentario de Pepe Belmonte: 'Núñez Feijoo no ha sabido estar a la altura'
Escucha el micromentario del catedrático de Literatura de la UMU para Hoy por hoy Murcia
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El micromentario de Pepe Belmonte: 'Núñez Feijoo no ha sabido estar a la altura'
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Murcia
Una vez más, Núñez Feijoo no ha sabido estar a la altura que le corresponde a quien aspira a ser presidente de un país democrático como España. Se ha vuelto a equivocar por la tibieza mostrada tras la exhumación de los restos de uno de los militares más sanguinarios de nuestra eterna Guerra Civil: el general Queipo de Llano.
Feijoo, dejando ver, una vez más, su ambigüedad de ideas ha pedido dejar en paz a los muertos, aunque uno de esos muertos sea el militar, responsable, junto con Franco, Mola y Sanjurjo, no sólo del golpe de 1936, sino también de los casi cincuenta mil fusilamientos que él mismo ordenó desde su puesto de Auditor de Guerra.
Queipo de Llano fue un tipo cruel, vengativo y sanguinario que, sin embargo, en su día, había asumido como propios los valores democráticos de la República cuando ocupaba el puesto de Capital General de Madrid. Después, tras el golpe, se transformó en el “Virrey de Andalucía”, en un personaje abyecto y despreciable que convirtió esa región en su propio coto de caza, matando casi por diversión y capricho.
Entre los miles de víctimas de las que fue directo responsable y por lo que siempre se sintió orgulloso, figura, según el hispanista Ian Gibson, el poeta granadino Federico García Lorca, cuando aún no había cumplido los treinta y ocho años, con toda una vida por delante.
Setenta y un años después de su muerte, los restos de este verdadero modelo de “macho hispánico” llamado Queipo de Llano, que tanto se divertía llamando “maricones” a los milicianos, han abandonado para siempre la Basílica de la Macarena de Sevilla en donde esperaba, paciente y confiado, la resurrección de la carne.
No sabemos con certeza qué otros argumentos necesita Núñez Feijoo para tenerlo claro y ser más contundente, más explícito y menos confuso en sus declaraciones. Como dejó escrito el propio García Lorca, “no es verdad que el tiempo cura y que las paredes tapan. No es verdad”.
Pepe Belmonte