El micromentario de Pepe Belmonte: 'Instrumentos casi diabólicos'
Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia
El micromentario de Pepe Belmonte: 'Instrumentos casi diabólicos'
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Murcia
Hace unos pocos años, nadie podía vaticinar que los patinetes se habrían de convertir en los auténticos reyes del mambo. Cuando todos creíamos que la alternativa a los vehículos de motor iban a ser las bicicletas, mucho menos contaminantes, más ecológicas y tan buenas para la salud, aparecieron estos instrumentos casi diabólicos que están suponiendo un auténtico quebradero de cabeza para los ciudadanos, y también para quienes se ocupan de ordenar el tráfico.
Mientras se dictaba una normativa concreta para estos vehículos, que son capaces de alcanzar hasta 50 kilómetros por hora, éstos han campado a sus anchas, circulando por donde han querido, sin luces, sin casco, sin matrícula, sin nada que los identifique. Con uno, con dos y hasta con tres ocupantes. Con la cesta de la compra a bordo, con un saco de patatas sobre la estrecha superficie o con un par de sacos de cemento que un servidor ha visto con sus propios ojos.
En el lado positivo, parece que están solucionando el grave problema de tráfico de las grandes ciudades, pero, por otra parte, la alegría que emplean sus ocupantes, que parecen conducir a su bola, sin Dios ni amo al que obedecer, ha propiciado un total de casi ciento cincuenta mil multas en el último año sólo en Madrid, y mil trescientos accidentes con víctimas.
Un usuario de patinete eléctrico / EP
Un usuario de patinete eléctrico / EP
Según avisa la DGT, que está desbordada por este fenómeno, hay cerca de un millón de patinetes pululando por las carreteras españolas. Por las carreteras, por las aceras, por el carril-bici, por los jardines, por el interior de los grandes almacenes… y hasta por en medio de la Trapería a una hora punta.
Ya a estas alturas, las autoridades competentes deberían tomarse mucho más en serio un fenómeno que amenaza la propia convivencia ciudadana. Las urgencias de los hospitales están hasta arriba cada día de víctimas y verdugos de este instrumento diabólico que se desplaza, a velocidades increíbles, sobre un par de pequeñas ruedas que tienen que soportar, sobre todo, el peso de la estupidez y de la ignorancia.
Pepe Belmonte
