Dolores Vázquez, las claves de un monumental error 25 años después
Analizamos el caso con la jurista y criminóloga Paz Velasco de la Fuente

Paz Velasco de la Fuente, criminóloga, nos habla del caso de Dolores Vázquez
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
A Coruña
El Concello de Betanzos ha decidido rendir homenaje a Dolores Vázquez, la mujer que fue condenada injustamente por el crimen de Rocío Wanninkhof en 1999. Por unanimidad, los grupos políticos del ayuntamiento han acordado concederle el premio Úrsula Meléndez de Texeda, un reconocimiento que busca reparar, aunque sea simbólicamente, el daño sufrido por Vázquez.
Un error judicial marcado por la presión mediática y social
El caso de Rocío Wanninkhof conmocionó a España. La joven fue asesinada en Mijas (Málaga), y Dolores Vázquez, quien había sido pareja de la madre de la víctima, fue detenida y acusada del crimen. Un jurado popular la declaró culpable en un proceso judicial viciado por la presión mediática y la falta de pruebas concluyentes.
Según la jurista y criminóloga Paz Velasco de la Fuente, tres factores fueron determinantes en esta injusticia: la alarma social tras el asesinato, la presión mediática para encontrar un culpable rápidamente y la predisposición de los cuerpos de seguridad para construir pruebas en contra de Vázquez. "En este caso no se partía de una investigación para hallar al culpable, sino que se tenía un culpable y se crearon pruebas para incriminarla", explica la experta.
Pruebas ignoradas y un proceso sesgado
Uno de los errores más evidentes de la investigación fue la existencia de una colilla en la escena del crimen con ADN masculino, un hecho que, inexplicablemente, no exculpó a Vázquez en su momento. Además, quedó demostrado que la noche del asesinato ella se encontraba en su domicilio, con llamadas telefónicas que lo confirmaban. Sin embargo, el juicio se centró en aspectos subjetivos, como su comportamiento y frialdad aparente, para reforzar su culpabilidad.
El caso se tambaleó cuando un nuevo crimen, el de Sonia Caravantes en 2003, reveló la identidad del verdadero asesino: Tony Alexander King. Su ADN coincidió con el hallado en la colilla de la escena del crimen de Rocío Wanninkhof, y el británico terminó confesando ambos asesinatos. Pese a la absolución de Vázquez, nunca se produjo una reparación económica ni un reconocimiento público del error.
El peso de la homofobia y la estigmatización
El proceso judicial también estuvo marcado por la orientación sexual de Dolores Vázquez. En 1999, la homosexualidad aún era objeto de estereotipos negativos, y su relación con la madre de la víctima contribuyó a la percepción de que podía haber cometido el crimen. "Se la vinculó con caracteres masculinos, agresividad y frialdad. Como no lloraba ni se defendía de una forma emocional, se reforzó la idea de que era una asesina", señala Velasco de la Fuente.
A día de hoy, la estigmatización de Dolores Vázquez persiste. Incluso Tony King ha llegado a insinuar que ella tuvo algún tipo de implicación en el crimen, una teoría que todavía mantiene viva la madre de Rocío Wanninkhof.
Un reconocimiento necesario
El homenaje de Betanzos a Dolores Vázquez es un paso hacia la justicia que el Estado nunca le brindó. Tras haber pasado 518 días en prisión siendo inocente y haber visto su vida destruida por un error judicial y mediático, este reconocimiento simboliza el respaldo de su comunidad y la necesidad de que casos como el suyo no vuelvan a repetirse.
En palabras de Paz Velasco de la Fuente, "Dolores Vázquez fue una víctima del sistema judicial, de la administración y de la propia sociedad. Este homenaje es un acto de justicia, aunque insuficiente, para reparar el daño causado".