COVID Persistente: La enfermedad que sigue presente cinco años después

A Coruña

El próximo viernes se cumplen cinco años desde que se decretó el estado de alarma por el COVID-19. Aunque muchas personas lograron superar la infección sin secuelas a largo plazo, otras siguen padeciendo los efectos persistentes de la enfermedad. Esta condición, conocida como COVID persistente o long COVID, afecta a pacientes que, a pesar de haber superado la fase aguda del virus, continúan sufriendo síntomas debilitantes.

Síntomas que no desaparecen

Los pacientes con COVID persistente reportan una amplia gama de síntomas que afectan su calidad de vida. Entre los más comunes se encuentran:

• Fatiga crónica: Sensación de agotamiento extremo que no mejora con el descanso.
• Dificultad para respirar: Sensación de falta de aire y opresión en el pecho.
• Problemas de concentración y memoria: Lo que se conoce como "niebla mental", dificultad para retener información e incluso casos de olvido de idiomas previamente dominados.
• Trastornos del sueño: Insomnio o un sueño no reparador.
• Dolores articulares y musculares: Molestias constantes que pueden dificultar el movimiento.

Algunos estudios sugieren que estos síntomas están relacionados con una alteración del sistema inmunitario y una inflamación persistente en los vasos sanguíneos.

Testimonio de una paciente

Gosia Trebacz es una de las muchas personas que han vivido en carne propia los estragos del COVID persistente. Ingresó en el hospital hace cinco años debido a una neumonía provocada por el virus. Aunque no requirió ingreso en la UCI, la enfermedad la dejó postrada en la cama durante meses. "Me quedé en casa sin poder moverme, con fiebre continua y con síntomas que nunca antes había experimentado", relata.

La desesperación y la falta de respuestas de los profesionales sanitarios la llevaron a buscar su propio camino para sobrellevar la enfermedad. "No hay tratamiento, así que encontré mi propia terapia en el arte. Soy pintora y enseñar a otros me ha ayudado a sobrellevar el día a día".

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Hoy, aunque sigue lidiando con los síntomas, ha aprendido a convivir con ellos y ha creado una comunidad de apoyo para otros afectados. "Monté un grupo de WhatsApp con otros pacientes de COVID persistente. Somos como una familia, nos entendemos y nos ayudamos".

Falta de investigación y tratamientos

A pesar del tiempo transcurrido, el COVID persistente sigue siendo una condición poco comprendida. El diagnóstico es complicado y no existen tratamientos específicos que ofrezcan una solución definitiva. La comunidad médica ha avanzado en la identificación de posibles mecanismos biológicos implicados, pero el acceso a terapias efectivas sigue siendo limitado.

Gosia destaca la importancia del apoyo emocional y la búsqueda de herramientas para mejorar la calidad de vida. "No hay cura, pero sí formas de aliviar el día a día. El arte, la música y el contacto con otras personas en la misma situación ayudan a sobrellevarlo".

Esperanza y concienciación

El COVID persistente sigue afectando a miles de personas en el mundo, muchas de ellas sin un diagnóstico claro ni un tratamiento adecuado. Es fundamental seguir investigando esta condición y dar visibilidad a los afectados para que reciban el apoyo médico y social que necesitan.

Si crees que podrías estar sufriendo COVID persistente y no sabes dónde acudir, busca grupos de apoyo o consulta con un especialista. La información y la comprensión de la enfermedad son claves para aprender a vivir con ella.