El Concello de Ourol ofrece cursos para que los hombres aprendan a realizar tareas domésticas
El objetivo es pasar de la concienciación social a la práctica enseñándoles a cocinar, planchar o poner lavadoras
![Cristina González: "Invertimos mucho en igualdad, pero falta aprender las cosas más básicas"](https://cadenaser.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fsdmedia.playser.cadenaser.com%2Fplayser%2Fimage%2F20251%2F21%2F1737477358141_1737483194_asset_still.png?auth=bc8887ccd3a0335adaecf106a64a527db20eae360bc64b12f763a8715fac9a8d&quality=70&width=736&height=414&smart=true)
Cristina González: "Invertimos mucho en igualdad, pero falta aprender las cosas más básicas"
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Lugo
"Este próximo 14 de febrero, el día de San Valentín, vamos a hacer 60 años de casados y siempre nos hemos repartido todo: si ella tiende la lavadora, yo barro; y todo así", asegura un lucense. Otro vecino se muestra convencido de que hace "de todo", pero su pareja, al lado, tiene otra opinión: "Ayuda... pero mitad y mitad no". Otro asegura, también, que colabora en casa, menos en lavar la ropa porque su mujer "lo hace mejor".
Si les preguntas a ellas la respuesta es otra: "Yo todo y ellos nada, si les pides ayuda si, pero qué es eso de ayudarme a tender la ropa? Si es de los dos!". El discurso de la corresponsabilidad ha calado en los hogares... más o menos. La teoría, quien más y quien menos, la tenemos clara, pero resulta que llevarla a la práctica es más complicado de lo que parecía.
Las trabajadoras del servicio de dependencia del Concello de Ourol han detectado una situación que se repite en muchos hogares del municipio y que han trasladado a los Servicios Sociales. Se encuentran a menudos con casos de varones que por una enfermedad de su mujer o porque enviudan son incapaces de hacerse cargo del hogar y de ellos mismos. Por eso han decidido organizar un taller para hombres, mayores de 18 años, en el que aprenderán cuestiones básicas y prácticas que resultan evidentes para la mitad de la población, pero de las que ellos no son conscientes.
Cómo congelar un alimento, coser un botón que se ha soltado o que de vez en cuando hay que echar la toalla de la ducha a lavar son algunas de las cosas que podrán aprender. Parece evidente, pero cuando nunca se ha hecho cargo uno de estas cosas, no lo son tanto. El curso está pensado para esa población envejecida y la mayor parte de los inscritos encajan en el perfil de asistir al curso por necesidad, al no poder recibir más los cuidados por parte de sus parejas. Sin embargo, apunta la trabajadora social que lo impartirá, Cristina González, también se ha anotado "algún hombre de unos cuarenta años que es consciente de que podría hacer más en casa y quiere mejorar".
Aunque al principio tenían dudas de si al sentirse estigmatizados no habría suficientes inscritos para impartir los talleres, porque "en las actividades que buscan la igualdad de género normalmente solo vemos a mujeres", pero aunque aún queda tiempo para anotarse, hasta el 31 de enero, "la respuesta por lo de ahora está siendo muy positiva".
De la concienciación a la práctica
En seis sesiones, de dos horas cada una, aprenderán los básicos para manejarse en la cocina, cómo conservar alimentos, técnicas generales de limpieza, a organizar y planificar las tareas, lo esencial de costura y cuestiones de autocuidado, higiene y bienestar físico. El objetivo es "pasar a la práctica", dice Cristina González, que ve la iniciativa del Concello de Ourol como "pionera" porque aunque cree que sí que hay concienciación al respecto, "una cosa es decirlo y otra hacerlo, requiere también un aprendizaje".
Anima además a los jóvenes a apuntarse al cursillo porque aunque parezca una cuestión superada en su consulta ve ejemplos de que aún falta mucho camino por recorrer: "Por mi consulta pasan muchísimas mujeres jóvenes sobrecargadas porque asumen todas las tareas, aunque es cierto que hay unas nuevas masculinidades de papás o compañeros más corresponsables, esto es muy diferente a las generaciones anteriores, aún falta mucho trabajo de este tipo".
Lo explica con un ejemplo, el caso de una pareja en la que "él estaba convencido de que hacía de todo", aunque en realidad la diferencia era "abismal". "Les hice escribir en unos papeles varias tareas y cada uno cogía los correspondientes a las que realizaba: el tenía tres y ella doce". Solo de esta forma fue capaz de ver que tenía una percepción equivocada, y por eso cree que estos cursos pueden ser muy útiles para avanzar hacia una igualdad práctica.