Ya no solo pasa en Navidad: hablar de política es un tema tabú
La psicóloga Jenifer Souto alerta sobre el aumento de la crispación en detrimento de la empatía en el discurso social
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Querida Mente: Cómo hablar de política
08:21
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Lugo
Ya no sólo pasa en las fiestas de Navidad con tu cuñado, hablar de política se ha convertido en un tema tabú. El país está dividido entre los que respeta un resultado electoral y lo que observan en él un "golpe de estado" o una "dictadura por la puerta de atrás". Lo cierto es que la violencia discursiva está a la orden del día, promovida incluso desde la primera línea política, algo que enciende masas, genera odio y elimina todo tipo de comunicación asertiva.
La psicóloga lucense Jenifer Souto nos explica cómo el sentimiento de pertenencia, llevado al extremo, puede acabar por sugestionar al sujeto hasta tal punto de perder la racionalidad en su argumentario. Souto se remonta a la historia de la humanidad para explicar el presente: "una parte de nuestro cerebro está muy condicionada por el hecho de que durante miles de años hemos vivido en manada. Hemos formado parte de una tribu en la que lo fundamental era cuidar de los miembros que la integraban para sobrevivir, por lo que tendemos a valorar más a quienes están en ella que a los que pertenecen a otra", explica.
Es muy habitual escuchar como el votante de un partido político o el aficionado de un equipo de fútbol tiene claro que "el mío es mejor que el tuyo". Lo raro es encontrar personas que, pese a simpatizar más con una fuerza o colores que con otra, sea capaz de entender que en el de enfrente también hay aspectos buenos y en el propio mejorables.
Esta es una cuestión psicológica, un mecanismo de defensa. Como una pantalla que el humano se coloca delante para evitar cualquier tipo de ataque. Souto habla de un experimento social en el que se separaron en dos grupos a personas completamente aleatorias. Se les dio una camiseta a cada grupo. A un grupo de color verde y a otro de color azul. Pasado un tiempo, comenzaron a desarrollar sentimiento de pertenencia y a auto percibirse como mejores y superiores que los contrarios. ¿Existía alguna razón lógica para erigirse mejores? No.
Grupos artificiales
Otro ejemplo que pone sobre la mesa una realidad tan disparatada como real fueron los grupos artificiales de Henri Tajfel. Este psicólogo inglés reclutó a un grupo de jóvenes y los separó en base a sus gustos hacia las obras de dos pintores abstractos: Klee y Kandinsky.
No se conocían entre ellos ni tampoco tenían la menor idea de quiénes eran los artistas en cuestión. Una vez separados, se les fue contando que pertenecían al grupo de Klee o al de Kandinsky, pero sin indicar quién más estaba en ese grupo ni ninguna característica que les definiera, sólo sabían que pertenecían a un mismo equipo.
No se dijo nada que pudiera fortalecer alianzas ni crear prejuicios. Luego se les entregó una cantidad de dinero para repartir entre los participantes del experimento y se les preguntó cuál sería el reparto que ellos harían: la misma cantidad a todos, mismo reparto entre ambos grupos, más cantidad al grupo que tuviera más miembros …
¿Cómo reaccionaron? Premiando a sus compañeros de equipo. A desconocidos que ni siquiera habían visto, pero el simple hecho de el azar les uniese era motivo suficiente como para no hacer otro tipo de reparto.
Deja de hablar de política
¿Deberíamos eliminar la política de nuestra conversación para así evitar gresca? La psicóloga lo tiene claro: no. "No es cuestión de cambiar los temas de conversación. Realmente hablar de política nos ayuda a intercambiar opiniones, puntos de vista y a conocer mejor a la persona que tenemos delante. La clave está en cómo enfocarlo".
Souto defiende la conversación como una de las armas más poderosas que el ser humano tiene, pero sin "empatía" no sirve de nada. "Tenemos que entender que lo que yo opino no tiene que ser mejor que lo que opine otro" señala que hay muchas circunstancias y factores que pueden llevar a una persona a conformar una opinión y no por eso la hace menos o más válida.
Escuchar para entender "es fundamental". Vivimos en la sociedad de lo rápido, "del 'reel' de menos de un minuto y no prestamos la suficiente atención a los temas. Nos quedamos con lo superficial". La escucha activa es "más valiosa que hablar más rápido y más alto que el otro".
Evitar las discusiones con alcohol de por medio sería clave para poder mantener una conversación respetuosa. El final este tipo de bebidas espirituosas modifican nuestra percepción y alteran nuestro estado mental, provocando que algo a lo que no se le daría importancia en cualquier otro contexto acabe desembocando en trifulca.
Sara Meijide
Redactora de Radio Lugo