Callejero con Marta Bengoechea: el Parque de la Florida de Vitoria
Esta sección nos acercará a los rincones más icónicos y curiosos de Vitoria-Gasteiz
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Callejero Parque de la Florida
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Vitoria-Gasteiz
En Hoy por Hoy Vitoria iniciamos espacio de la mano de Marta Bengoechea, de Marta Bengoechea gestión inmobiliaria , que nos va a descubrir un nuevo rincón de Vitoria-Gasteiz cada mes. Y en este primer programa nos vamos hasta uno de los lugares emblemáticos de la ciudad.
Si Vitoria-Gasteiz tuviera un salón de estar al aire libre, sería sin duda el Parque de La Florida. No es solo un parque; es un viaje en el tiempo con árboles centenarios, senderos románticos y hasta un Belén gigante en Navidad. Vamos, que aquí pasan cosas.
Este oasis verde es un pedacito de historia viva. Nació en 1820, cuando se estaba reimaginando la ciudad después de la Guerra de la Independencia. Su primer diseño, del arquitecto Manuel Ángel de Chávarri, ya contemplaba lo que hoy son sus rincones más icónicos, como las estatuas de cuatro reyes godos – unos tipos con nombres tan épicos como Theudis, Liuva, Ataúlfo y Sigerico. Suena a grupo de rock medieval, pero no, están ahí vigilando desde hace más de 200 años.
En realidad no estaban destinados a Vitoria, ni mucho menos. Estas estatuas fueron esculpidas en el siglo XVIII para adornar el Palacio Real de Madrid, dentro de un ambicioso proyecto que incluía 108 figuras de monarcas históricos. Pero cuando el arquitecto Francesco Sabatini las vio, dijo que no encajaban con la estética del edificio. Resultado: el rey Carlos III decidió que mejor se repartieran por distintas ciudades de España.
Ahí es donde entra en juego Ignacio María de Álava, un almirante vitoriano que, ni corto ni perezoso, consiguió que cuatro de estas esculturas viajaran hasta aquí en 1821. Desde entonces, los reyes godos han sido testigos silenciosos de la historia del parque… y de los paseos de generaciones de vitorianos.
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Más tarde, en 1855, la demolición del convento de Santa Clara dio lugar al trazado definitivo del parque, diseñado por Juan de Velasco. Se inspiró en los jardines románticos franceses, llenándolo de sendas sinuosas, estanques y una impresionante colección botánica. Gran parte de los árboles y arbustos llegaron desde Francia, y hoy son algunos de los más impresionantes de la ciudad:
• El nogal negro americano, plantado hacia 1870, se encuentra cerca de la entrada del parque por la calle Prado. Un gigante de tronco robusto y hojas verdes que han dado sombra a generaciones de vitorianos.
• El haya de hoja de helecho, una de las más curiosas del parque, está situada cerca del Paseo de la Senda. Su follaje peculiar, que recuerda a un helecho, la hace única en su especie.
• El tulípero de Virginia, con más de 40 metros de altura, se alza imponente en la zona central del parque, cerca del quiosco de música. En primavera, sus flores amarillo-verdosas parecen pequeños tulipanes.
Un parque que cambia con cada estación
Si hay un lugar en Vitoria donde el paso del tiempo se pinta en colores, es este. La Florida es uno de los rincones de la ciudad donde mejor se reflejan las cuatro estaciones, a través del ciclo de sus árboles.
• En primavera, el parque explota en verdes vibrantes, brotes nuevos y flores que cubren cada rincón.
• En verano, la frondosidad de los árboles crea sombras perfectas para huir del calor y disfrutar de un paseo fresco.
• En otoño, los tonos ocres, dorados y rojizos convierten cada sendero en una postal digna de película. Es el momento en que las hojas y frutos de los castaños de Indias alfombran el suelo, creando una estampa característica de la estación.
• En invierno, la niebla le da un aire melancólico y misterioso, y el parque se convierte en el escenario ideal para la gran estrella de la temporada: el Belén monumental, con más de 200 figuras a tamaño real, repartidas entre sus senderos y estanques.
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Belén del Parque de la Florida, en Vitoria. / David Yurre
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Belén del Parque de la Florida, en Vitoria. / David Yurre
Rincones con historia y un toque de misterio
Uno de los espacios más especiales es el Jardín del Secreto del Agua, un rincón inspirado en la estética japonesa. Aquí el agua juega al escondite con la evaporación gracias a un sistema de riego sostenible, diseñado para aprovechar al máximo la humedad del suelo. Se combinan plantas autóctonas con materiales como gravas y cantos rodados, que ayudan a conservar el agua. Además, en la ciudad se han implementado tecnologías de telegestión y sensores climáticos para un riego inteligente, ajustando la cantidad de agua según las condiciones ambientales.
Pero La Florida no solo es un remanso de paz, también es un escenario de música, historia y cultura. En el centro del parque se alza el quiosco de música, construido en 1890. Su estructura poligonal con columnas de hierro ha sido testigo de décadas de conciertos y, por supuesto, de los bailes en las fiestas de la Virgen Blanca.
Si hablamos de arte, el parque es un auténtico museo al aire libre, con esculturas para todos los gustos:
• Eduardo Dato, homenajeado con una escultura de Mariano Benlliure, situada en un lugar prominente.
• Ignacio Aldecoa, inmortalizado de pie, leyendo un libro, obra de Aurelio Rivas.
• Wynton Marsalis, representado en una escultura de Koko Rico, un tributo a los músicos de jazz que han pasado por el Festival de Jazz de Vitoria.