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Monte Oiz: la tragedia que cambió para siempre la seguridad aérea

Carlos Balboa, controlador aéreo, analiza en 'La Ventana' con Carles Francino el accidente del Monte Oiz y si hoy sería posible evitarlo

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Monte Oiz: la tragedia que cambió para siempre la seguridad aérea

11:42

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Bilbao

El 19 de febrero de 1985, un Boeing 727 de Iberia que volaba de Madrid a Bilbao impactó contra el Monte Oiz, causando la muerte de sus 148 ocupantes. Aquel accidente, el más grave en la historia de la aviación en Euskadi, marcó un antes y un después en la seguridad aérea. Carlos Balboa, controlador aéreo en el aeropuerto de Bilbao desde hace más de 30 años, recuerda ese día con especial intensidad. Su padre, bombero del aeródromo bilbaíno, acudió a la zona del siniestro para ayudar en las labores de rescate.

"Yo tenía 19 años y me enteré en el autobús camino a casa. Recuerdo el impacto de escuchar que un avión se había estrellado y cómo mi padre se fue rápidamente al aeropuerto", rememora Balboa.

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Los factores del accidente y los avances en seguridad

Según los informes de la investigación, la causa del accidente fue una combinación de factores, incluyendo la densa niebla y una posible desorientación de la tripulación. "Los accidentes nunca ocurren por un solo fallo, sino por una concatenación de circunstancias", explica Balboa.

Uno de los cambios más significativos tras el siniestro fue la implementación obligatoria del sistema de alerta de proximidad al terreno (GPWS, por sus siglas en inglés), que avisa a los pilotos cuando se acercan peligrosamente a una superficie terrestre. "En aquella época, los pilotos ya pedían que se implantara este sistema en los aviones de Iberia, pero no era obligatorio. Hoy en día, absolutamente todas las aeronaves comerciales lo llevan incorporado", señala el controlador aéreo.

Las probabilidades de que ocurra un accidente similar hoy

Balboa es tajante: "Un accidente como el del Monte Oiz es casi imposible en la actualidad". La tecnología ha avanzado de tal manera que un siniestro de estas características requeriría una sucesión de fallos aún mayor que la que se produjo en 1985. "Los radares actuales, los sistemas de control de tráfico aéreo y la formación de los pilotos han reducido al mínimo los riesgos. Además, hoy en día hay sistemas de aviso tanto en cabina como en tierra, lo que haría muy difícil que una aeronave impactara contra un monte sin que nadie lo detectara antes", explica.

A lo largo de su carrera, Balboa ha vivido situaciones de tensión, pero ninguna comparable a la tragedia del Monte Oiz. "Sustos siempre hay, pero las distancias de seguridad y los protocolos hacen que el riesgo de colisión sea mínimo. Cuando hay una pérdida de separación entre aeronaves, los radares nos avisan y actuamos rápidamente", indica.

Un cambio de era en la aviación

Para Balboa, la aviación de hoy en día es completamente diferente a la de hace cuatro décadas. "En los años 80, la tecnología en cabina y en tierra no era tan avanzada como ahora. Hoy, los pilotos tienen información en tiempo real, las torres de control cuentan con sistemas automatizados y el margen de error es mucho menor", señala.

El impacto del accidente del Monte Oiz fue devastador, pero contribuyó a que se introdujeran mejoras que han hecho de la aviación un medio de transporte mucho más seguro. "Cada tragedia enseña algo, y este siniestro impulsó cambios que han salvado muchas vidas desde entonces", concluye Balboa.

 
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