"En Estados Unidos nuestro equipo esta formado por 60 deportistas, un ejemplo de lo mejor valorado que está el deporte femenino allí"

Irun

Naroa Zubimendi, subcampeona mundial de remo, es un ejemplo de cómo el deporte de élite puede convivir con los desafíos de la vida personal y académica. Originaria de Irun, esta joven promesa ha logrado destacarse en competiciones internacionales mientras cursa ingeniería biomédica en la Universidad de Miami, una experiencia intensa, enriquecedora y llena de aprendizajes, tal y como detalla en su paso por los micrófonos de Hoy por Hoy Irun.

El camino de Naroa al remo profesional no fue algo planeado. “Cuando empecé, no sabía ni que existía la selección española de remo. Todo fue un descubrimiento progresivo”, confiesa. En ese sentido, la irundarra se traslado a Sevilla por un año dedicado exclusivamente al remo y al crecimiento personal, pero en el que también estudió inglés y se sacó el carnet de conducir.

Tras este periplo por Andalucía, y pese a su reticencia inicial a mudarse al extranjero, su familia le animó a aprovechar esta oportunidad única. Ya en Miami, Naroa ha aprendido a vivir fuera de casa, algo que considera clave para su desarrollo personal. Aunque extraña su hogar, valora la independencia que ha ganado.

“Se vive muy bien sola, pero cuando llego a casa, a veces necesito volver a mi rutina”, comenta. Aun así, tiene claro que su estancia en Estados Unidos es temporal: “Cuando me gradúe, quiero volver a España”.

En relación a sus estudios, la remera reconoce que la vida universitaria no es sencilla. La carga académica de su carrera en ingeniería biomédica, sumada a los entrenamientos de remo, a veces la hace cuestionar si está en el camino correcto. “Es mucha dedicación. Hay momentos en los que me siento indecisa sobre qué quiero hacer en el futuro”, admite Naroa.

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En lo deportivo, el palmarés de Naroa está compuesto por: ocho campeonatos de España, ocho medallas de oro, ocho de plata y una de bronce. Una laureada trayectoria en remo, con una década de experiencia a sus espaldas, a la que se le suma el subcampeonato mundial en Canadá. Compitió en la modalidad de dos sin timonel, su favorita, junto a una compañera con quien logró una actuación destacada. “Clasificar para la final ya era un sueño cumplido”, recuerda con emoción.

Para Naroa, el remo no solo es un deporte, sino un estilo de vida que le ha permitido conocer personas de todo el país y ampliar su perspectiva: “He hecho amigos gallegos, catalanes, andaluces, y todos me han aportado algo. Eso ha cambiado mi forma de ver las cosas”.

La remera también por en valor el apoyo y la manera que tienen de vivir el deporte, en particular el femenino, en Estados Unidos. Relata que en la Universidad de Miami, ella y su compañera forman parte de un equipo de remo compuesto de 60 deportistas y que dispone de nutricionistas, fisioterapeutas y entrenadores especializados. Un aspecto que en su opinión ha resultado clave para su éxito tanto académico como deportivo. “Allí el deporte está mucho más valorado y organizado que aquí”, señala.

A pesar de sus logros, Naroa tiene claro que no está dispuesta a sacrificarlo todo por el remo. La dedicación extrema que requieren competiciones como los Juegos Olímpicos no forma parte de sus planes inmediatos. “No quiero renunciar a tantas cosas. Ya me pierdo mucho por vivir fuera, como las Navidades y los cumpleaños. No quiero perder más”.