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Las psicólogas forenses que entrevistaron a las víctimas del monitor de surf coinciden: “Todos tenían síntomas depresivos, van en línea con los hechos denunciados”

Se prevé que el proceso judicial finalice este viernes 21 de marzo

Las psicólogas forenses que entrevistaron a las víctimas del monitor de surf coinciden: “Todos tenían síntomas depresivos, van en línea con los hechos denunciados”

Las psicólogas forenses que entrevistaron a las víctimas del monitor de surf coinciden: “Todos tenían síntomas depresivos, van en línea con los hechos denunciados”

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Irun

Las víctimas del instructor de surf de Hondarribia, acusado de abusar sexualmente de once alumnos menores de edad, quedaron profundamente afectadas por lo ocurrido. Sus padres también sufrieron un gran impacto emocional, ya que consideraban al acusado un amigo y sintieron que había traicionado su confianza. Así lo explicó un agente de la Ertzaintza que entrevistó tanto a varias de las víctimas como a sus progenitores. Además, el agente revisó cerca de 4.200 archivos de contenido pornográfico infantil hallados en la computadora del acusado: "La gran mayoría de fotografías eran de jóvenes o niños en actitud sexual, con el pene erecto, manteniendo relaciones sexuales anales, orales y masturbaciones".

Durante la séptima jornada del proceso, que se desarrolla desde la semana pasada en la Audiencia de Gipuzkoa, también testificaron dos psicólogas forenses, un médico forense, dos técnicas del Instituto de Toxicología y dos ertzainas más. Las psicólogas forenses que se entrevistaron con todos los menores detectaron en la mayoría de las víctimas síntomas claros de un impacto psicológico significativo: "Todos tenían síntomas depresivos, van en línea con los hechos denunciados", afirmaron ante el tribunal.

"Se sentían atrapados"

Fueron once menores los que denunciaron las agresiones y con ellos se entrevistaron las psicólogas forenses. En un primer análisis pudieron observar que la mayoría de los afectados tenían una "sensación de bloqueo, de vulnerabilidad". Respecto al funcionamiento de la memoria lo catalogan como "normal". Las sensaciones de culpabilidad por no haberlo contado o de miedo por ser excluidos del resto del grupo de surf, generaron en la mayoría de los menores una sensación de estar "atrapados". También, las especialistas recalcaron que todos los síntomas detectados en las víctimas, "van en línea con los hechos denunciados".

"Cuando uno de los menores quiso apartarse del acusado, o inició una relación de pareja, él le hizo el vacío, alejándolo de sus compañeros y pudimos observar un maltrato psicológico hacia la víctima", aseguró una de las psicólogas sobre un caso concreto de abuso.

También explicaron que los menores veían en el procesado una figura de referencia, al que no querían hacer daño denunciando. Al tenerlo tan idolatrado no sabían qué hacer. Otro aspecto que quisieron destacar fue que para la mayoría de las víctimas, los hechos que se denuncian formaron parte de sus primeras experiencias sexuales, algo, que según las expertas, "les ha marcado mucho".

Las drogas como atenuante

Finalmente, han declarado un médico forense y dos técnicas del Instituto Nacional de Toxicología, en relación al informe sobre consumo de cocaína por parte del acusado, tras analizar un mechón de su cabello en marzo de 2022, después de su detención e ingreso en prisión en agosto de 2021. En la muestra no se detectaron restos de estupefacientes, aunque han recordado que este tipo de análisis sólo permite descartar consumo repetido en los tres o cuatro meses previos.

El padre de una alumna del monitor: "No sospechó nunca nada"

El padre de una alumna del monitor de surf de Hondarribia, acusado de agresión sexual a once menores, afirmó que nunca notó nada fuera de lo común durante el tiempo que su hija asistió a sus clases y campamentos, entre 2016 y 2021. Es lo que declaró este testigo a petición de la defensa en la sexta jornada del juicio que se está llevando a cabo en la Audiencia de Gipuzkoa. El padre explicó que su hija comenzó a practicar surf con el acusado en 2016, cuando tenía 8 años, y continuó hasta su detención en 2021. Afirmó que solía acudir a observar su evolución, a veces durante varias horas, y nunca vio nada sospechoso. Detalló también que los menores se cambiaban de ropa cerca de la furgoneta del monitor, usando "ponchos" o "sacos", algo habitual entre los surfistas. También aseguró que su hija nunca mencionó haber vivido situaciones extrañas en los trayectos organizados por el monitor y que este siempre se mostró cordial con los niños y sus familias, además de estar enfocado en enseñarles surf. Añadió que era una persona afectuosa, pero dentro de lo normal, por lo que nunca sospechó nada.

Cuando se enteró de la detención del instructor por su hija, se preocupó y habló con otros padres, quienes le aseguraron que tampoco habían detectado nada inusual con sus hijos. Aun así, acudió a la comisaría de la Ertzaintza, donde le informaron que cuantas más denuncias se presentaran, mejor sería para la investigación. Sin embargo, después de hablar con su hija y llevarla a un psicólogo, concluyó que no había ningún indicio de abuso en su caso.

Un testigo presenció una de las agresiones

En jornadas anteriores un testigo afirmó ante el tribunal que juzga a un monitor de surf de Hondarribia por un presunto delito de agresión sexual a menores, que vio al acusado sentado en una furgoneta estacionada en Irun con las manos "por debajo del pantalón" de un niño. El monitor, según este testigo, estaba "sujetándole los glúteos" al menor de unos 12 años de edad, mientras otros chavales estaban sentados en la parte delantera del vehículo "mirando móviles". Así lo relató en la quinta jornada de uno de los juicios más relevantes de lo que llevamos de año. El fiscal, por su parte, le preguntó por qué no hizo nada cuando vio lo sucedido, a lo que el testigo respondió: "No sabía qué hacer, ahora igual hubiera hecho otra cosa".

No ha sido el único testigo que relató estas irregularidades y situaciones confusas relacionadas con el acusado. Otro hombre, propietario de un taller al que iban a reparar las tablas los alumnos del acusado, afirmó que algún día notó a uno de los menores "callado, apagado e incómodo". También explicó que ese niño no era tímido, al revés, tenía siempre "muy buen rollo" con él.

La persona acusada se enfrenta a once delitos contra menores de 16 años y un cargo adicional por posesión de material de explotación sexual infantil. La acusación particular pide 290 años de prisión, la fiscalía 85 y la defensa del acusado pide su absolución. Son las tres peticiones que, a falta de una semana para que concluya el proceso judicial, tiene sobre la mesa la Audiencia de Gipuzkoa.

En las diligencias previas al juicio, la acusación particular incorporó informes psicológicos de varias de las presuntas víctimas. Estos documentos han sido elaborados por especialistas y detallan el impacto emocional y psicológico sufrido por los menores a raíz de los presuntos abusos. Por su parte, el acusado presentó un informe de deshabituación tóxica del 2022.

La madre nunca sospechó

Otra de las personas que declaró en la quinta jornada del juicio fue la madre del acusado, quien repitió en numerosas ocasiones que "nunca sospechó nada", ni tampoco vio "nada extraño" en su hijo. Sí confirmó la presencia de varios alumnos en su domicilio y relató que entraban al cuarto del acusado para ver "vídeos de surf". También afirmó que, por lo general, los menores iban en grupo a su casa, pero que alguna vez fueron solos. En concreto, había un niño que iba solo semanalmente a su casa, ella le abría y le llevaba a la habitación de su hijo a ver vídeos hasta que este llegaba. Tras comer los tres juntos, los dos acudían a un cursillo, según le comentó su hijo, porque "la madre del menor le había dicho que fuera allí después de la ikastola hasta que empezaran las clases".

Además, calificó de "mentira" el testimonio de un menor que dijo que, en una ocasión, ella vio al acusado y a él mismo en la cama, con los pantalones bajados. Además, aseveró que, tanto ella como sus ocho hijos y sus nietos fueron, en ocasiones, a los campamentos de surf que organizaba su hijo en un camping.

En una primera declaración en Irun, la madre afirmó que su hijo le había reconocido alguno de los hechos de los que está acusado, pero en esta segunda intervención "no se acuerda".

La primera denuncia

Un ertzaina instructor de la causa explicó que tuvieron conocimiento de los hechos porque una madre le contó a otra agente que un profesor de surf de Hondarribia podía haber abusado de un menor. Según relató, se contactó con esa madre y con el menor, y a partir de ahí fueron dando más nombres de posibles afectados. Una lista de nombres que, cuando tuvieron que decidir si presentar una denuncia contra su monitor, al que, según testigos, lo tenían "idolatrado", se mostraron "temerosos por la repercusión que podría tener una posible denuncia" y de que "no se les creyera", pero, finalmente, explicándoles que "iban a estar protegidos, se decidieron a denunciar", ha explicado el ertzaina. Además, ha señalado que en el registro de la habitación del acusado se incautaron unas 4.200 imágenes de varones con apariencia de niños "desnudos y en posturas sexuales".

Otra ertzaina que acompañó a los menores cuando prestaron declaración indicó que estaban "cohibidos, nerviosos y tristes". "Habían pasado muchos años y lo habían interiorizado", por lo que "al principio les costó, pero consiguieron sacarlo", señaló. "Vi a muchos mal" y "fue una situación muy dura", dijo, para añadir, que "tenían miedo a la reacción" del presunto agresor, a "encontrárselo" y a "su reacción".

Tras la primera denuncia se fueron desencadenando las demás hasta llegar a once. Según afirmaron diferentes miembros de la Ertzaintza, el modus operandi del acusado se basaba en ganarse la confianza de los menores, unos menores elegidos "por sus rasgos físicos". Les daba regalos, y se iba convirtiendo en su "ídolo o referente", creándoles cierta dependencia. También, explicaron que "se ganaba la confianza de los padres" para así poder estar solo con los menores y proceder a los supuestos abusos. Respecto a la confianza que tenía el acusado con los padres, al saber lo ocurrido, algunos padres estaban "indignados" y otros "no se lo podían creer porque tenían mucha confianza con él".

Continua el proceso judicial que se alargará hasta el viernes 21 de marzo, si todo va como está previsto, será el miércoles 19 de marzo cuando el acusado declare ante el tribunal sobre los delitos de los que se le acusan.

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