José María Guibert: "Aunque llegó a temer por su vida, mi padre supo enseguida que valía más vivo que muerto"
José María Guibert presenta el libro "La caverna: Diario del secuestro de un empresario vasco", en memoria de su padre, Jesús Guibert, secuestrado por ETA durante 17 días en la década de los 80
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San Sebastián
El 21 de marzo de 1983 los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una organización escindida de ETA, secuestraron a Jesús Guibert, empresario de éxito en el País Vasco. El secuestro duró 17 días. Su hijo, José María Guibert, acaba de publicar el libro "La Caverna: Diario del secuestro de un empresario vasco", donde relata, en primera persona, el cautiverio. El ex-rector de la Universidad de Deusto explica en la obra cómo vivieron su padre, su familia y sus amigos aquellos días.
El cautiverio de Jesús Guibert ocurrió durante los años más sangrientos de ETA. Alrededor de 15.000 empresarios sufrieron el chantaje terrorista y la banda llegó a realizar un centenar de secuestros. En el caso de Jesús Guibert, las amenazas duraron años. "No cesaban -explicaba José María Guibert en Hoy por Hoy Gipuzkoa-. Tantos años de extorsión crean una dinámica de impotencia".
De hecho, por seguridad, la familia de Guibert llegó a tener un código hasta para tocar el timbre, siempre dos sonidos cortos y uno largo para asegurarse de que la persona que entraba en casa era de fiar. Y así ocurrió cuando el empresario fue liberado. "Entró con la llave, pero antes, tocó el timbre como lo hacíamos siempre. Ahí supimos que era él, ya estaba de vuelta con nosotros".
Desde que comenzó el secuestro, Jesús Guibert mantuvo una actitud positiva. "Supuso que habría un rescate, ya que valía más vivo que muerto, aunque, en la subida de camino a la caverna donde estaría retenido por más de dos semanas, llegó a pensar que su muerte podría estar más cerca de lo que pensaba. Fue en ese momento cuando más miedo pasó".
José María Guibert cuenta cómo fue la relación de su padre con los secuestradores: "Fue una convivencia forzada pero amable en cuanto a que se respetaron. Comparado con la ETA militar, eran "el hermano pequeño", "el niño pobre". Jesús no guardó rencor. Cada varios días aparecía una persona que aparentemente era quien mandaba, para entregarles comida y supervisar que todo iba como estaba planeado".
Estuvo cautivo en una caverna de tres metros y medio de ancho y poco más de medio metro de ancho, no podía ni ponerse de pie ni sentarse. Jesús Guibert supo adaptarse, a excepción de la penúltima noche, en la que se derrumbó, según cuenta su hijo: "Tuvo un bajón la noche anterior antes de irse. El enlace le trajo un montón de comida a lo grande, lo que le dio que pensar". Por suerte, el secuestro terminó al día siguiente.
Más que por el secuestro, cuenta José María Guibert, "mi padre sufrió por las amenazas incesantes durante décadas y por haber tenido que pagar el rescate. Tampoco había otra salida". Insiste el autor del libro en que la inmensa mayoría de los empresarios que fueron víctimas de secuestro acabaron pagando el chantaje. Ante todo, Jesús Guibert creía en las segundas oportunidades, defendía dejar el odio a un lado, ya que, según el empresario, es lo que verdaderamente corrompe a uno.
La obra invita a pensar y a reflexionar sobre el rencor y la reconciliación, un mensaje en el que siempre creyó su padre: "Agradezco que no nos hayan educado con odio ni extremismo. Hay mucha gente que sufre por ello y está quemada. Por eso cito al final del libro la frase que les dijo a los secuestradores al despedirse, 'Si decidís dejar esto, nos vemos en las sidrerías y bodegas', esa enseñanza la entendí con 40 años, y no cuando tenía 20, aprendí a valorar esa paz con el tiempo".