La portavoz de Elkarrekin Podemos-IU en el Parlamento, Miren Gorrotxategi, se ha despedido este lunes de la Cámara autonómica con un emplazamiento a «la recomposición» del espacio encarnado por su coalición y por Sumar, que al presentarse a las autonómicas por separado se abocaron a «un fracaso anunciado». Estas dos coaliciones no fueron capaces de llegar a un entendimiento para concurrir unidas y en las elecciones vascas del pasado 21 de abril Elkarrekin Podemos-Alianza Verde se quedó fuera del Parlamento, donde tenía seis escaños, y Sumar logró entrar en la Cámara con un único representante. «Era un fracaso anunciado. La división de la izquierda transformadora comportaba, claramente, una apuesta por el fracaso electoral y, a mi modo de ver, la irresponsabilidad de dejar sin la merecida representación política a una buena parte de la sociedad», se ha lamentado Gorrotxategi a través de las redes sociales. «Creo que la recomposición de este espacio político es una tarea que, el tiempo dirá quién y cómo, debe hacerse» y en ese proceso se debe «mirar de frente a la verdad, sin equidistancias: la verdad requiere honestidad y valentía para reconocer las cosas como son y como han sido», ha añadido. Gorrotxategi, que hoy vive su último día como parlamentaria dado que mañana arranca la XIII legislatura, ha querido agradecer el trabajo de sus colaboradores y de las personas que «sin esperar nada a cambio, guiadas por sus convicciones y con el fin de trabajar por el bien común», les han ayudado a construir propuestas políticas. La todavía parlamentaria, que ha asegurado que siente «satisfacción» por el trabajo desarrollado durante estos años «con mayor o menor gracia», se reincorporará a su trabajo en la Universidad pública vasca, donde seguirá «trabajando por acercar el derecho a la justicia, para que la libertad y la igualdad, guiadas por la fraternidad y sororidad sean reales y efectivas para todas las personas». Me gustaría empezar contando algo que no se ve y de lo que no se habla pero que ha atravesado esta experiencia, dotándola de sentido. Algo así como la cara oculta buena de la política (de la mala también podría hablar pero, esa, ni es tan oculta ni resulta tan interesante, a mi modo de ver). La que te conecta con las personas y ayuda a sostener la terrible dureza que conlleva la política. Me refiero a personas enormemente generosas con las que hemos podido contar a lo largo de estos cuatro años. Personas que, al margen de su filiación política y sin esperar nada a cambio, guiadas por sus convicciones y con el fin de trabajar por el bien común, han volcado su saber (mucho) y su tiempo (mucho) en ayudarnos a construir propuestas políticas rigurosas y necesarias. Me gustaría referirme también a cientos de personas que se organizan en Euskadi para denunciar las grietas del sistema, para combatir la desidia institucional y para mostrar fórmulas de gobierno viables y justas. Personas y organizaciones que confían en la política como instrumento de transformación social y que han querido contar también con nosotras para la incidencia que buscan. Todas ellas nos han permitido conocer mejor la Euskadi real, sus dolores, sus retos, sus posibilidades… y constatar que hay muchísimo por hacer y que, además, se puede hacer. Es por ello que, el fracaso electoral, el no poder seguir atendiendo esta realidad, me apena. Hay que decir, eso sí, que era un fracaso anunciado. La división de la izquierda transformadora comportaba, claramente, una apuesta por el fracaso electoral y, a mi modo de ver, la irresponsabilidad de dejar sin la merecida representación política a una buena parte de la sociedad, renunciando con ello a canalizar sus demandas en el Parlamento Vasco. Con todo y a este respecto, siento satisfacción por haber hecho, personal y colectivamente, con mayor o menor gracia, lo que teníamos que hacer. Y creo que la recomposición de este espacio político es una tarea que, el tiempo dirá quién y cómo, debe hacerse. En todo caso, creo que es también importante, como en todo ejercicio de memoria, servir a la verdad. A la verdad hay que mirarla de frente, sin equidistancias; la verdad requiere honestidad y valentía para reconocer las cosas como son y como han sido. Hoy dejo de ser parlamentaria y me reincorporo a la universidad pública vasca. Desde ahí seguiré trabajando por acercar el derecho a la justicia, para que la libertad y la igualdad, guiadas por la fraternidad/sororidad sean reales y efectivas para todas las personas.