Donostia 1813: El trágico destino de los prisioneros franceses
210 años del saqueo y del incendio de la ciudad
San Sebastián
Tras la capitulación del ejército francés, el 9 de septiembre tuvo lugar la entrega del Castillo de Urgull y de su guarnición. Cerca de 1.200 soldados franceses, con el general Rey a la cabeza, descendieron de la fortaleza al son del tambor para deponer las armas y poner rumbo a Pasajes. Desde el municipio costero embarcaron inmediatamente hacia Inglaterra para ser encarcelados y dar paso a uno de los acontecimientos mas dolorosos para las tropas napoleónicas.
Debido al gran volumen de soldados franceses, el traslado tuvo que hacerse en diversos barcos como el Beagle, el Freya o el President, navíos capaces de soportar una travesía con tantas personas en su interior. El desembarco de estos buques se produjo en Plymouth, lugar en el que el destino de los prisioneros dependería del rango que éstos mantuvieran en el seno del ejército napoleónico.
Los oficiales franceses vivieron un cautiverio menos severo que los soldados rasos, debido a que eran considerados prisioneros bajo palabra. Esto se debe a que los mandos prometían no escaparse y a cambio podían pasear 'libremente' durante unos horarios restringidos e incluso recibían una paga mensual.
En relación a la tropa, los solados rasos fueron enviados a la prisión de Mill, a la de Dartmouth y una gran parte fue internada en pontones, viejos barcos de guerra fondeados en mitad del estuario que está frente a Plymouth o en Hamoaze. Las deplorables condiciones en las que se encontraban los mas de mil soldados franceses en aquellos cascarones, hicieron mella.
Al menos se registraron 70 prisioneros muertos, cuyas causas oscilaban entre altas fiebres, anasarca, disentería, tisis pulmonar y hemoptisis. Estas enfermedades fueron fruto de la humedad y la insalubridad propia de los pontones y se reforzaron por las vejaciones que los reos franceses soportaron durante su cautiverio.