Joyería González Larrauri, 100 años de historia
Caracterizados por la sensibilidad en su trabajo, el establecimiento ofrece un producto fresco y una forma única de acercarse a las joyas
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El origen del establecimiento se remonta a 1923, en la Relojería Suiza instalada en el número 14 la calle Miracruz. Allí comenzaron con el negocio Leoncio González y Ascensión Larrauri, pioneros de una larga tradición familiar en el mundo de los relojes y las joyas. Años más tarde, sus hijos decidieron trasladarse a la calle Urbieta número 2, una apuesta lógica, en tanto se trataba de una zona en constante crecimiento, a la par que arriesgada, ya que tendrían que compartir su espacio con otras joyerías de renombre de la ciudad.
González era relojero de formación; sin embargo, su hijo, Javier, optó por la joyería. Su mujer, de oficio modista, era también apasionada de este mundo, por lo que empujados por la inquietud decidieron ampliar el abanico de productos del negocio familiar. De este modo, los relojes están acompañados de anillos, pendientes y pulseras.
Si hay algo que caracteriza a este comercio es la selección individual de cada una de las piezas que conforman el escaparate. Un trabajo de sensibilidad que, sin duda, han trasformado en su sello de identidad. A diferencia de otras joyerías, González Larrauri ofrece un producto fresco, basado en la combinación de las diferentes propuestas que les llegan. Una forma única de ver las joyas, que ha sido positivamente valorada por los compañeros del sector.
A día de hoy, el comercio lo regentan la tercera y cuarta generación de la familia, un binomio de experiencia y de frescura que aseguran la continuidad de un comercio centenario.