Romantizar la cruda realidad
El comentario de Marisol Delgado en 'La Ventana de Asturias' (24/01/2022)
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Asturias
Aunque la RAE no recoge el término romantizar, lo hacemos y mucho. Queremos tapar, esconder con ello la realidad. La pobreza, por ejemplo, cuando la asociamos a la felicidad y hablamos frívolamente de cómo, a pesar de las condiciones de discriminación y penuria extremas en la que viven muchas, demasiadas, personas, estas son felices porque ríen mucho. Romantizamos igualmente cuando idealizamos la prostitución y los puteros, ya sea en "Irma la Dulce" –y miren que adoro las películas del "dios" Billy Wilder– o ya sea en ese tradicional relleno televisivo que es "Pretty Woman".
Se observa también una tendencia a romantizar los problemas de salud mental en la literatura, el cine, las series o las camisetas para adolescentes, en los que parece que tener problemas de tipo psicológico como la ansiedad, la depresión o la anorexia es algo atractivo y apasionante.
O los conflictos bélicos, que mucha gente idealiza como algo poderoso y heroico, cuando en realidad suponen monstruosas violaciones de los derechos humanos para satisfacer intereses geopolíticos y económicos de unos pocos, que nos acaban convenciendo de lo útiles que son sus guerras. Lo estamos viendo. Una vez más...
Por edad y por periplos vitales ya no creo en los cuentos de hadas. Considero que la idealización no deja de ser una forma de negación, esa distorsión cognitiva que usamos para protegernos de una realidad que nos resulta desagradable. Y negar la realidad impide mejorarla. Ya lo decía Carl Jung: "Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma"
Bonito término, por cierto: transformar. Ahí tenemos a nuestro gran Rodrigo Cuevas, "transformista supremacista", asturiano, real como la vida misma.