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Tribunales

El presunto violador en serie de Gipuzkoa admite cometer la violación de Beasain en 2019

El acusado ha reconocido los hechos aunque dice no recordarlos por haber consumido alcohol y drogas

La abogada de la víctima, Malú Vallés, a su llegada a un juicio donde va a declarar el acusado por una agresión sexual en el municipio guipuzcuano de Beasain, en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, a 24 de enero de 2022, en San Sebastián, Guipú / Europa Press

La abogada de la víctima, Malú Vallés, a su llegada a un juicio donde va a declarar el acusado por una agresión sexual en el municipio guipuzcuano de Beasain, en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, a 24 de enero de 2022, en San Sebastián, Guipú

San Sebastián

"No me acuerdo, pero confieso. ¡Qué puedo decir!". Con estas palabras el acusado de violar a una joven en Beasain, el 13 de julio de 2019, ha admitido los hechos, superado por la cantidad de indicios, restos de semen, huellas dactilares y señales de telefonía que le sitúan aquella noche en el piso de la víctima.

A preguntas de su abogado en la primera sesión del juicio por este caso que se está celebrando en la Audiencia de Gipuzkoa, el procesado, de 37 años, ha dicho no recordar lo sucedido debido al alcohol que había tomado y a los efectos de una "nueva" droga que consumió aquel día, si bien no ha "podido negar" las abrumadoras pruebas en su contra recopiladas durante la minuciosa investigación realizada por la Ertzaintza y que posteriormente permitió vincularle con al menos otros cinco casos similares ocurridos en Gipuzkoa desde 2012.

Los hechos, que serán enjuiciados a lo largo de esta semana y la siguiente, ocurrieron de madrugada, cuando presuntamente el hombre abordó encapuchado a la víctima en el rellano de la escalera de su domicilio, la introdujo en el interior de la vivienda, la anestesió con cloroformo y supuestamente la violó.

Hasta este lunes, el procesado, de nacionalidad rumana, no había ofrecido su versión de lo ocurrido si bien hoy, en un imperfecto castellano, ha admitido que no puede decir que no abusó de la chica, "confiando" en las pruebas obtenidas por la Policía y "lo que se ha hecho" durante la investigación.

De esta manera, ha reconocido que los restos de semen recopilados eran suyos y que también sería "normal" que las huellas dactilares coincidieran con las suyas, al igual que otros "restos biológicos", hallados bajo las uñas de la víctima, aunque ha dicho no saber "dónde los encontraron".

Siguiendo este mismo hilo argumental, el hombre, que no ha querido responder a la Fiscalía ni al resto de acusación, también ha considerado "normal" dar "validez" a todos los "informes" periciales y policiales que se han elaborado en la causa.

Ha asegurado asimismo que tras ser consciente de lo ocurrido, cuando se desintoxicó de las drogas y poco a poco comenzó a recordar lo sucedido, se sintió "muy mal". "Como una mierda", ha precisado, al tiempo que se ha declarado "más que arrepentido" y ha dicho "sentir mucho todo" lo ocurrido porque la chica, también de nacionalidad rumana y a la que conocía porque trabajaba en una panadería con una sobrina suya, "no tenía la culpa" y por ello se ha mostrado dispuesto a "indemnizarla hasta el último céntimo".

Por su parte, la víctima, que ha declarado por videoconferencia interna, ha recordado cómo aquella noche se disponía a ir a su trabajo cuando, al abrir la puerta de su domicilio, un hombre saltó sobre ella con un trapo impregnado en un líquido que le puso desde atrás en la cara y logró introducirla en la casa, a pesar de que ella se resistió y chilló para que la escucharan los vecinos.

"Intenté escapar, pero no pude". "Le pedí por favor que me dejara, hasta que perdí el sentido", ha relatado la joven que ha explicado que, cómo se veía superada por la fuerza del hombre, intentó dejarse caer para liberarse del trapo que le ponía en la cara, a pesar de lo cual cuando se despertó ya estaba tendida en el suelo, donde vio las botas negras de tipo militar de su agresor, quien se apercibió de ello y volvió a colocarle el trapo en el rostro.

Después notó cómo le quitaban los calcetines. Transcurrido un tiempo volvió a despertarse, ya sobre la cama, cuando le sonó el teléfono móvil y se dio cuenta de que le habían quitado el pantalón, que sólo vestía en una de sus piernas, que había un charco de sangre y que tenía la boca hinchada, por lo que al coger el teléfono su primer interlocutor, un compañero de trabajo, no le entendió, aunque luego se puso otra persona a la que le dijo que la habían violado, tras lo que alertaron a la Ertzaintza que acudió al piso.

Además de la víctima, que también ha enumerado con voz desgarrada pero íntegra las secuelas psicológicas que padece, en el juicio han declarado su hermano y su hermana, quienes las han corroborado, así como la exesposa y una sobrina del acusado.

Al término de la vista de hoy, Cristina Ramos, abogada de la asociación Clara Campoamor, que ejerce la acción popular, ha precisado que, aunque el inculpado ha reconocido los hechos, lo ha hecho "entre comillas" porque ha sugerido que no era "consciente" de ellos, con lo cual en las próximas jornadas de la vista será preciso demostrar que "los ha hecho consciente y sabiendo lo que hacía".

La abogada de la víctima, María Luisa Valles, ha destacado por su parte, el "relato claro y pormenorizado" de la chica que, en su opinión, "ha impresionado" por "la contundencia y contención" con las que ha relatado lo sucedido y opinado que "de ninguna de las maneras" el hombre cometió los hechos bajo los efectos de la droga y el alcohol.

El juicio continuará mañana con las declaraciones de más testigos y de agentes de la Ertzaintza.

 
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