Jesús Arbués: "Reflexión imposible"

Zaragoza

Intento explicar a mis hijos que sus abuelos ni comían frutas tropicales ni pescados exóticos, que tampoco tenían sofisticados aparatos electrónicos y que viajaban poco y, por supuesto, nunca en avión. Ahora, por contra, los barcos cargados de contenedores recorren el planeta con nuestro último pedido chorras de internet o con unos espárragos que, curiosamente, son más baratos que los que crecen en Tudela.

El gasto energético desbocado para un mundo de usar y tirar, el turismo de masas como negocio que ensucia, pero también nuestro negocio y nuestro placer; la paradoja imposible de nuestro tiempo que nos mira al espejo todos los días: poner en la balanza, quizá elegir, entre confort y planeta, entre humanismo y explotación del Tercer Mundo, entre fronteras y Derechos Humanos. Y hasta entre ética y estética.

Todo ello exige una reflexión muy seria y muy compleja. La polémica del ministro Alberto Garzón estos días demuestra que esa reflexión es imposible. La izquierda divina y la derecha testosterónica parecen la única opción, sin matices. Toda discusión se atiende a la dialéctica inmediata de Twitter, donde vale más ser ocurrente que inteligente, ser rápido es mejor que ser profundo y, por supuesto, es mejor un buen eslogan que un buen tratado.

En este breve y superficial comentario, ya he superado con creces los caracteres del argumentario actual estandar. Así es imposible. Roguemos para que no venga un meteorito: auguro que la realidad será peor que en la famosa película.