Descubriendo Aranda y el vino desde su corazón

Aranda de Duero

Aranda defiende este próximo 2022 que está a punto de comenzar la Ciudad Europea del Vino. Es todo un reto. Porque hoy más que nunca hemos demostrado que el vino es mucho más que eso. El vino es música. Poesía. Historia. Empresa. Patrimonio y legado. Familia. Trabajo. Un lenguaje. Y no, no exageramos. Simplemente invitamos a que escuchéis y comprobéis por vosotros mismos todo lo que rodea este manjar, este privilegio que forma parte de nuestra vida. Y es que somos muy parecidos a las viñas y aquello en lo que se convierte su fruto... Porque tenemos nuestras raíces, que nos apegan a la tierra. Porque dependiendo del cuidado o educación que nos den, tendemos a salir más fuertes y robustos. Porque con los años nos llenamos de sabiduría y experiencia. Por eso es todo un reto, y una gran oportunidad, lo que Aranda puede llegar a lograr en 2022. Hoy hemos relacionado y abordado ese espíritu del vino en un programa especial que, por primera vez, se ha hecho a 13 metros de profundidad. Sí, en una bodega histórica de las que recorren el casco urbano de nuestra ciudad. En Bodega Don Carlos.

¿Qué recuerda de su niñez, por ejemplo, la alcaldesa de Aranda? "Yo recuerdo de jugar en un árbol, que llamábamos el de tarzán, que lamentablemente lo partió un rayo hace años. Ahí había un pilón -la fuente de la Tejera-, veíamos nuestros renacuajos, cómo pasaban de una fase a otra. Vendimiar con mis padres, venían más familiares aunque había poco que quitar, y pasábamos muchos fines de semana en el campo", recuerda. González ha querido valorar que cada vez son mayores las actividades relacionadas con el vino en Aranda, "actividades que cada vez hace que vengan a disfrutar más de nuestros vinos, pero nosotros también tenemos que ser embajadores, incluirles en esa cultura".

Ampliar

Cerrar

La dimensión del vino

"El vino es sentimiento y forma de vida". Nacho y Fernando Ortiz son dos vividores del vino, a pie de viña. En el caso del primero divulga en sus redes  explicaciones diarias de un viticultor, incluso de la frustración cuando el trabajo se tira por tierra. "Hemos hecho como un enlace, sobre todo con otras denominaciones, y es orgullo. Enseñas tu día a día y la gente reacciona. Mucha gente me pregunta interesada y al final mostrar lo que haces y que te enseñen cómo trabajan en otros sitios enriquece. Y nosotros como viticultores debemos hacer marca Ribera del Duero, porque nosotros también tenemos esa responsabilidad", asevera.

Ampliar

Cerrar

Para Ortiz no solo el mundo del vino es viticultura sino también enoturismo, algo que se muestra en Bodega Don Carlos... ¿Qué les llama la atención a los visitantes de Aranda? "Sobre todo la cantidad de bodegas que hay en Aranda, y también la vivencia y la pasión con la que se vive este mundillo, sobre todo de los jóvenes, cómo ellos también beben vino en los bares. Y en ese compartir yo creo que es parte de nuestro cometido, todos tenemos que trabajar al unísono para dar a conocer esta maravilla que nos ha dado a conocer la naturaleza", dice.

El lenguaje

Con poemas sobre el vino de diversas personalidades de nuestra tierra -que además de eso, son amigos- hemos hablado del lenguaje del vino con Alberto Tobes, de la DO Ribera del Duero. "El lenguaje ha cambiado con el paso de los años, es así", defiende, definiendo varias de esas palabras que quien no conozca este mundo le sonarían a chino, pero que hayan quedado en desuso o no, tienen un significado y al fin y al cabo también un patrimonio que se mantendrá si no permitimos que caiga en el olvido.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Ampliar

Cerrar

El vínculo de Aranda con el vino

Somos cultura del vino. Y eso ha quedado claro en nuestro arranque en la segunda hora, en la que Javier Iglesia, técnico de turismo del Ayuntamiento de Aranda, nos ha explicado esa relación entre la capital ribereña y el vino. "En Pintia se ha encontrado en vasijas antes del 1000 ac, pero no hace falta irse tan lejos. A partir del siglo X y XI debido a la repoblación, la tranquilidad y la seguridad provocó que se pudieran plantar pagos de viñas. Las referencias que tenemos a viñas, a pagos, son numerosísimas, sobre todo en el siglo XII y XIII, en pleno románico", cuenta Iglesia. "Antiguamente no se compraba el vino a quien quería, la economía era proteccionista y con la dieda no era fácil vender el vino de un determinado lugar en otro lejano, lo que hacía que hubiera una economía de libre mercado, que no llegó hasta principios del siglo XIX. No lo vendía el cosechero sino el municipio, con unas ordenanzas y un gremio, y unos precios impuestos, como pasaba en Aranda".

"El vino creció la producción y comercialización a lo largo de los siglos, sobre todo donde los territorios que no podían producir demandaban. El vino de Burgos capital era peor, entonces siempre se produce una competencia que siempre favorece a la mejor relación calidad-precio. Había una persona que pujaba y se quedaba con la comercialización del vino del pueblo. Ese corredor bajaba a las bodegas, probaba el vino, les favorecía o engañaba... Y no había más producción que el vino joven, el vino del año", añade. Cuenta Iglesia que surgen también oficios "vinculados al terreno, la bodega -porque ha habido que organizar arquitectónicamente las bodegas de Aranda- y las cubas por ejemplo no se pueden hacer en superficie, entonces había cuberos especializados que las componían en las propias bodegas".

Ampliar

Cerrar

Las bodegas subterráneas

Aranda comienza a crecer urbanísticamente en los siglos XIV y XV; eso se ve en Barrio Nuevo, la calle Isilla... Esos ensanches es donde están la mayoría de las bodegas, que crecen paulatinamente. Alfredo Sanz es un experto arquitectónico del vino. "Todas las construcciones empiezan desde la misma viña. Con los guardaviñas, los que protegían que no entraran en las viñas a robar uva. Eso dio nombre al chozo, para protegerse de las inclemencias del tiempo. Los lagares y las bodegas subterráneas surgen a raíz de ello. Se han perdido casi todos los lagares completos, pero hasta hace poco había alguno. Hemos mantenido cosas, pero hemos perdido otras", defienden Sanz e Iglesia.

Ampliar

Cerrar

En cuanto a los inicios, cuenta el primero que "el tema subterráneo, todo lo que tiene que ver con sumergirse en la tierra, supongo que desde hace milenios". "Nada más ver las madrigueras de los conejos. Tienes una temperatura más constante, estás protegido. Muchos alimentos se conservan en una estancia lo más fresca posible. Qué ocurre, en lugares como la Ribera donde el terreno sedimentario ha permitido la excavación, se pusieron a hacer cuevas porque vieron que era mejor. Y eso es lo que ocurría cuando el vino era un producto de autoconsumo. El boom del vino, del comercio, fue más siglo XV, pero hasta entonces era más de autoconsumo; hacían madrigueras, un pequeño sótano, e igual hacían media bodega. Al siglo siguiente aumentaba la producción y se excavaba más. En los lugares donde no hay murallas están más desprotegidas. Aquí como en Peñaranda, al haber una cerca que se cerraba cada noche, no solo protegía de un accidente externo sino que también permitía controlar la parte impositiva", especifican.

Cooperativa

Ampliar

Cerrar

Cuando decidieron unirse los viticultores -de esto ya hace 'solo unas décadas- llegó una revolución para el sector del vino, por todo el trabajo que les quitó fundamentalmente a todos ellos. Joaquín Rojo y Julián del Cura son el presidente y tesorero de Tierra Aranda, una cooperativa que se creó en el 62 y que este próximo año cumple 60 años. "Sería complicado juntar a tanta gente, pero esto se ve que entre ellos se pusieron de acuerdo y salió hacia delante. En el 62 se empezó a gestar y consutrir, y en el 63 fue el primer año que se hizo vino, que venían con los cestos que tenían que pesar en los Jardines y subir a descargar a la bodega, venían de Villalba, de Gumiel... Juntándose eliminaron el trabajo que tenía de llevar la uva y luego sacarlo y elaborarlo. Con la bodega cooperativa era más fácil", dice Rojo, mientras del Cura repasaba el futuro de una bodega cuyo nombre ya evoca a la tierra, a la raíz, al lugar del que brota la viña, y a esas raíces a las que también pertenecemos... y cada día, con más orgullo en esta tierra de vino.