El rector no sabe gastar

León

Una de las peores acusaciones que se le pueden hacer a un gestor público es que no ha sido capaz de gastar su presupuesto. Es decir que, teniendo liquidez, prefiere aumentarla, amortizar crédito y, por ende, dejar de invertir en mejoras de sus recursos materiales y de personal. Un modelo de gestión, admisible en el territorio de entidades privadas, pero un sacrilegio si se trata, en este caso, de la Universidad de León.

A esta institución leonesa el Consejo de Cuentas de la Comunidad le acaba de decir en su último informe que debe gastar más de lo que gasta. Que es preciso que corrija su exceso de liquidez y que no son aconsejables para su buena marcha los continuos retrasos en la aprobación de los presupuestos.

Con esta política de austeridad que conlleva una escasa ejecución presupuestaria, el rector de la ULE, Juan Francisco García Marín, ha acentuado aún más si cabe la crisis de una institución que en los últimos 10 años ha perdido el 35% del alumnado y que precisa con urgencia invertir para mejorar la calidad de la docencia y la investigación.

Mientras en los últimos diez años, en Castilla y León, las cuatro universidades públicas han perdido un 20% de sus alumnos de Grado, las cinco universidades privadas lo han multiplicado por 2,3. Si observamos las cifras de alumnos de máster y estudios de postgrados en la última década, mientras las privadas los multiplican por 7, en las públicas tan sólo se han duplicado.

Estos datos tampoco avalan las líneas de austeridad inversora que ha llevado a cabo el equipo rectoral que dirige el doctor García Marín. La oferta de titulaciones del sector universitario privado en la Comunidad, si sumamos grados, máster y postgrados, supera los 200 títulos que abarcan un sinfín de áreas de conocimiento. Un paquete con mucho marketing y que compran en abundancia las familias más acomodadas.

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Es urgente que se aclare el rector García Marín y nos diga si está a setas, o está a rolex.