34 años del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza
Recordamos la masacre con dos de los supervivientes, Atanasio y Lucía Ruiz; y con el libro 'Vidas arrebatadas' de Pepa Bueno. El periodista Santi Ruiz de Azúa firma la reflexión final
Bilbao
Este sábado 11 de diciembre se cumplirán 34 años de uno de los atentados de ETA más trágicos en Aragón, el dirigido contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Avenida de Cataluña, que costó la vida a once personas, seis de ellas, niños, y causó heridas a otras 88.
Capítulo 35| 34 años del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza.
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Como recuerda, para comenzar 'La ventana de la memoria', la directora de Contenidos de la Cadena SER en Aragón, Eva Pérez Sorribes, "aquel viernes de diciembre, Zaragoza amaneció envuelta en niebla. El frío calaba húmedo y en la Avenida Cataluña, en la casa cuartel de la Guardia civil, apenas estaba amaneciendo". Eran las 6 y 10 de la mañana y Pascual Grasa estaba de guardia cuando se acercó aquel Renault 18 intentando aparcar donde no se podía. Grasa revive cada año el atentado, se sigue despertando con su recuerdo. Salió corriendo detrás de los dos etarras que dejaron el coche bomba que causó la masacre. Le dio el tiempo justo para alertar a otro vehículo que circulaba detrás. A aquel conductor le salvó la vida, pero para él todo cambió. Pilar Ballarín perdió a su hermano José Ignacio, de 31 años, y a la hija de este, Silvia, de 6 años. Su cuñada, cuenta, no ha rehecho su vida. "De esto no te recuperas".
Atanasio y Lucía Ruiz
La familia Ruiz vivía también en la casa cuartel. Atanasio y su hija Lucía recuerdan como "todo transcurrió muy rápido, en cuestión de segundos". El agente reunió a su familia en su domicilio. "¿Sabéis lo que ha pasado? Pues ya sabéis lo que tenéis que hacer", les dijo, antes de bajar a sacar de los escombros con las manos "a vivos y a muertos". "Me acuerdo todos los días", confiesa Atanasio, "es que los del cuartel éramos una familia grande". La casa cuartel quedo "deshecha, siniestro total. Allí se quedó todo". Con los años, Lucía echa de menos los recuerdos personales, "no tener fotos de tu comunión, no tener ni una Nancy".
Atanasio recuerda cómo se desahogaba en el monte. "Yo era corredor de maratones. Corría con una mochila de veinte kilos monte ariiba, monte abajo. Gritaba, lloraba en el monte solo. Y luego, a trabajar. Subía todos los dias a mi pabellón, a recordar, porque los años en el cuartel fueron los mejores años de mi vida".
Lucía tiene tatuada la fecha del atentado en el antebrazo. Tenía entonces diez años. "Es verdad que con la adolescencia eres más rebelde. Tienes más ira. No lo entiendes, pero ahora con 44 tampoco. No entiendes cómo pueden poner un coche bomba con 300 kilos de explosivos para matar cuanta más gente mejor", explica. "Te vuelves diferente. Cambian tus hábitos. Yo creo que no tendré ahorros a largo plazo nunca jamás, porque no hago planes a largo plazo". Hace tres años le ofrecieron dirigir la AVT en Aragón y empezó a ir a colegios a contar su experiencia a niños y adolescentes, que "preguntan sin flitro, pero sin maldad".
Ambos piden la sociedad "que no olvide" lo ocurrido". "Sobre todo", remarca Lucía, "que la historia que quede no sea la de que aquí había dos bandos. No los había. Unos poniamos los muertos; otros, las balas. Y, sobre todo, llegar a la gente joven. Me parece importantísimo que se enseñe esto en las aulas. No creo que se les cree ningún trauma".
Las 'Vidas arrebatadas' de Pepa Bueno
Otros dos supervivientes de la masacre, los hermanos José Mari y Víctor Pino Fernández, son los protagonistas reales del libro 'Vidas arrebatadas' de la periodista y directora de 'El País', Pepa Bueno. José Mari tenía en el momento del atentado trece años y Víctor, once. Ambos vivían en la casa cuartel con su padre, José Pino; su madre, María del Carmen Fernández, y su hermana Silvia, de 7 años. Losn tres fallecieron.
El atentado fue solo el golpe inicial en una carrera de despropósitos y desgracias que marcaron su vida desde aquella madrugada y que Bueno reconoce que, "con los ojos de hoy en día, parecen increíbles". El abandono de su familia, que les llevó a un orfanato, su decisión de convertirse en guardias civiles, uno de ellos destinado a Bilbao "donde se tuvo que enfrentar a sus fantasmas", sin haberse recuperado de las heridas y sin haber recibido ayuda psicológica en ningún momento. Prueba del trauma vivido es que los hermanos han pasado treinta años sin hablar del atentado. "Todavía hoy a Víctor le cuesta pronunciar las palabras atentado, muerte...y entre ellos han hablado solo hace tres años", cuenta Bueno.
"Sin memoria, nos perderemos como sociedad"
La reflexión final la firma el periodista de la Cadena COPE, Santi Ruiz de Azúa, premiado este 2021 por la Fundaciòn de Víctimas del Terrorismo por su labor de memoria. Ruiz de Azúa comparte reconocimiento con esta ventana de la memoria.
"Hacer memoria para las víctimas significa hacer justicia social, la que muchas de ellas no tuvieron en el momento del atentado, en el que parte de la sociedad preferimos estar callados, cuando no mirar para otro lado. Es el momento de resarcirlas, de colocarlas en el centro del relato, de escucharlas y de entenderlas. Las víctimas no quieren compasión, quieren dignidad, justicia y reconocimiento, ante una situación que nunca desearon.
Por eso, es tan importante el papel de las asociaciones, fundaciones e instituciones que trabajan a favor de las víctimas, así como programas como este, en los que las victimas nos ayudan a hacer memoria. Si perdemos la memoria, las perderemos a ellas y si perdemos la memoria y las perdemos a ellas, nos perderemos como sociedad".
PODCAST | La ventana de la memoria
Eva Domaika
Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta el informativo diario ‘La ventana Euskadi’. Si...