El Occidente también existe

Asturias

Al filo de las diez de la noche del pasado sábado, un montón de piedras, tierra y barro sepultaron el vehículo en el que viajaba con su familia María Luscinda Mon. Una tragedia, una maldita jugada del destino que acabó con la vida de una mujer de 59 años, sonriente, cercana y muy querida en Allande, donde en Pola sus familiares y amigos trataban ayer de consolarse, de buscar motivos de esperanza. Nunca se debe utilizar la muerte, la desgracia, la fatalidad para sostener un argumento que algunos interpretarán de forma torticera como arma política. Pero lo cierto es que tampoco puedo callarme ante una situación que tiene muchos responsables, muchos años de historia y de abandono y que ahora debe ponerse punto y final. Por Lusci y su familia, pero también por tantas y tantas personas que mantienen vivo el Occidente, en definitiva, por Asturias, por todos nosotros. Por defender el territorio, por creer en el futuro de una región que limita con Cantabria y Galicia en sus extremos y que no puede ni debe mirarse solo al ombligo. El último temporal ha vuelto a desnudar las infraestructuras de la región. No puede ser que cada vez que la naturaleza enfurece un argayo colapsa las comunicaciones, especialmente en el occidente, donde aún no se han recuperado del argayo de Salas y sufren ahora el de Tineo. 29 carreteras del Principado están afectadas por argayos y cuatro de ellas permanecen cortadas. En el oriente hay núcleos aislados y el Bajo Nalón aguanta la respiración ante el riesgo de que los desbordes acaben con el oro verde de su huerta. El Gobierno regional debe poner encima de la mesa un ambicioso plan de infraestructuras. No es culpa de Barbón, pero a él le ha tocado hacerlo, asumir lo que otros no hicieron, lo que otros abandonaron, los mismos que ahora se lanzarán como lobos en busca de réditos políticos con declaraciones indecentes y oportunistas de cara a la galería para hurgar heridas en busca de votos. Se necesita un pacto entre todos los partidos, porque hay alcaldes de todos los colores. Aquí el que pierde es el ciudadano del occidente, cada vez más aislado y deprimido. Aquí los que ganan somos todos. Manos a la obra. El occidente, también existe.