'Cinema Castilla' sigue vivo en la memoria colectiva de La Horra
Consuelo Royuela comparte con Radio Aranda algunos recuerdos del empeño de su padre, Benito Royuela Esteban, por traer a este municipio el cine comercial en los años cincuenta del siglo pasado
La Horra
Benito Royuela Esteban es un nombre que podría figurar en negrita cuando hablamos de cine. No fue actor, no dirigió películas, pero sí consiguió que a mediados del siglo pasado los habitantes de La Horra y otros pueblos cercanos pudieran verlas.
Cine Club Duero le rindió homenaje el año pasado en la Semana de Cine Europeo, lo que nos facilitó la recopilación de algunos datos interesantes. Fue en 1952 cuando este emprendedor aparcó lo que era su medio de vida, un carro adaptado para la venta ambulante, para abrir una sala de cine en una localidad que contaba con 1.500 habitantes.
No estuvo sólo en este proyecto en el que participaron también inicialmente sus hermanos. “En principio fue un proyecto de la familia de mi y sus hermanos, lo que pasa que bueno luego los otros hermanos se fueron desligando y quedó mi padre al frente de ello”, comenta Consuelo Royuela, hija de este promotor.
Consuelo tenía tres años cuando llegó el cine comercial a La Horra, así que de sus primeros compases no tiene apenas recuerdos, pero sí de algunos años más tarde y de cómo toda la familia estaba implicada en ello. “Recuerdo que mis primas calentaban la gloria para el invierno, que sólo había cine los domingos, porque entonces se trabajaba hasta el sábado y únicamente se libraba el domingo y también recuerdo que mis primas estaban en la taquilla y mi padre en la cabina y hubo películas de todo tipo, unas mejores y otras peores”, rememora.
Este apasionado del séptimo arte apostó por una actividad que, sobre todo en el ámbito rural, tenía que luchar contra viento y marea con el Nacional Catolicismo y la oposición férrea de algunos curas, que veían en estas proyecciones poco menos que unas peligrosas incitaciones al pecado y a la perdición de las almas.
Esta sala, ‘Cinema Castilla’, abrió sus puertas el 15 de agosto de ese año. Su promotor eligió la película ‘Milagro de Fátima’ para la inauguración, con el propósito, que no llegó a lograr, de ganarse al párroco, que llegó incluso a contraprogramar esta actividad con películas religiosas en el salón parroquial. pero no lo consiguió. Aunque al final los sermones del padre cura acabaron siendo un reclamo para muchos feligreses. “Nuestro cura de entonces no se fiaba mucho de un cine comercial y de vez en cuando pues él decía en el sermón “quien vaya a ver esta película no es buen cristiano”, pero al final el cine se llenaba; son cosas de la censura”, concluye Consuelo Royuela.
El “sueño” que comenzaba esa noche de verano duró hasta 1965. Las taquillas mermaban porque el nuevo invento de la televisión atraía mayoritariamente el favor del público, y primero en los bares y luego en sus casas la gente traspasó su interés a esa novedad. De lado quedaron los tres timbrazos de aviso, la oscuridad de la sala y la magia de las historias y aventuras proyectadas sobre una blanca pared.
Más de medio siglo después de que aquello acabara no son muchos los habitantes de La Horra que tienen recuerdos directos, aunque algunos sí saben algo por referencias familiares. Y en la escuela, los maestros se encargan de que la memoria del ‘Cinema Castilla’ siga viva utilizando las nuevas tecnologías. “Los niños sí que lo han estudiado, porque tienen unos maestros muy majos y han puesto unos códigos QR en diferentes sitios y uno de ellos es el del cine, para el que han hecho el texto que se puede ver”, explica la hija de Benito Royela.