La revolución arquitectónica del madrileño Pedro de Ribera
Fue uno de los arquitectos más reconocidos de la corte de Felipe V en la primera mitad del siglo XVIII. De él han llegado edificios emblemáticos como el cuartel del Conde Duque, el puente de Toledo, o la fachada del Museo de Madrid, en Tribunal
Madrid
Pedro de Ribera nació en Madrid en 1681. Era hijo de una familia aragonesa y
La revolución arquitectónica del madrileño Pedro de Ribera
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desde pequeño, quizá porque su padre era carpintero, se vio atraído por la
construcción. Alumno aventajado de José Benito de Churriguera, fue capaz de
hacerse un hueco entre la plétora de arquitectos extranjeros que llegaban con la
corte del primer Borbón. Prueba de ello es la cantidad de edificios emblemáticos
que han llegado de su mano hasta nuestros días.
Un Madrid barroco
Uno de los edificios más emblemáticos es el palacio del Conde-Duque. Al contrario de lo que muchas personas creen este cuartel nada tiene que ver con el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV en el siglo XVII, sino con el conde de Lemos y III duque de Berwick y Liria. Para él Ribera hizo este edificio de dimensiones colosales.
Otros de los edificios más representativos del arquitecto madrileño son el Puente de Toledo, la fachada del Museo de Madrid en Tribunal, la iglesia de Montserrat en la calle San Bernardo, la ermita de la Virgen del Puerto junto al Manzanares, el mencionado cuartel del Conde-Duque o el monasterio de Uclés, en Cuenca. Todos ellos tienen un marcado sentido barroco. Ribera estuvo influido por la corriente artística que le tocó vivir, pero dio a su obra una seña de identidad propia.
Uno de esos elementos que caracterizan su trabajo, como buen barroco, es la profusión decorativa, lo vemos en sus fachadas que parecen retablos de iglesia. Todo un legado que hace de Madrid una ciudad más atractiva para el visitante. Hoy conservamos la casa y el taller en donde residía en la calle del Oso. Allí murió en el año de 1742.