Pichichi centenario

Jerez de la Frontera

El pasado domingo el Atlético Sanluqueño vencía 3-1 al Real Madrid Castilla en un partido que despertó enorme expectación en Sanlúcar y que sirvió para que los de Pedro Buenaventura se acercarán aún más a los puestos de playoff de ascenso a Segunda. Todavía es pronto y los equipos que militan en la Primera RFEF invitan a pensar que será una temporada larga para todos. Pero a punto de rebasar el primer cuarto de liga, los verdiblancos están arriba por méritos propios y esos 15 puntos dan muestra de ello.

En ese mismo choque tuvo lugar una efeméride de las que cada vez se ven menos. Un futbolista alcanzaba los 100 partidos vistiendo la camiseta del Atleti y no era otro que Dani Güiza. Un campeón de Europa con la selección española que llegó a El Palmar hace ya cinco temporadas, según algunos para retirarse y llenar un poco el tiempo sin aburrirse. En su haber, un ascenso a Segunda B conseguido en Yecla la misma campaña que llegó y varias permanencias en la categoría de bronce, con un ramillete de goles y asistencias importantes.

Y ahora juega con un Sanluqueño que está entre los 82 mejores equipos de España. La mañana en la que se consumó la presencia del club en Primera RFEF, tras vencer 2-3 en Algeciras, era impactante ver cómo lloraba un futbolista que sujetó en el cielo de Viena una Eurocopa junto a Casillas, Xavi, Villa o Iniesta allá por 2008. O que llegó entre insultos al Cádiz y salió como un héroe eterno tras marcar el gol que los sacaba del pozo de la Segunda B. Pero es que, al fin y al cabo, el Atlético Sanluqueño es su equipo. Ya se le vio por estadios de Tercera con una bufanda verdiblanca cuando él jugaba en Primera.

Pero esta no es la cuestión que motiva estas palabras, sino la defensa de un fútbol alegre que conecta con la esencia de lo que es el deporte, un entretenimiento. No cabe duda de que la competición apremia, pero no se puede obviar que determinados detalles del fútbol de calle son la salsa de esto. El pasado domingo, llevando pocos minutos sobre el campo, el jerezano remató de tacón un centro desde la banda derecha y si el meta del filial madridista no lo impide, El Palmar se cae. Por si fuera poco, luego sorteó la presión de un rival haciendo pataditas sobre la línea de banda para disfrute de la grada. Y eso no lo da el ser el último pichichi español de LaLiga (27 goles, ninguno de penalti). Es algo que se tiene o no se tiene. Y ante eso, uno no puede más que rendirse.