Astronautas con luz propia

Cádiz

Cuando haya que repasar la historia del Carnaval de Cádiz, 2021 aparecerá como ese año en el que la pandemia del coronavirus dejó a la ciudad sin concurso ni fiesta en la calle. La primera vez, desde 1948. Pero en ese repaso habrá que recordar que unos pocos valientes volaron hacia la luna, imaginaron Cádiz desde la distancia, le cantaron piropos y también reproches, y regresaron a la ciudad para llevarse el aplauso de la gente. La historia dirá que esos astronautas se llamaban Los okupas de la luna y que regalaron sus coplas para llenar de colores aquel año en blanco.

Sergio Guillén Tomate y Antonio Pérez Piru (autores de Los niños sin nombre y Ciudad de Dios) están acostumbrados a vivir en el futuro. Tomate imagina las músicas de sus comparsas con bastantes meses de antelación, así que el confinamiento del pasado año les pilló con todo un próximo carnaval imaginado. Sus ganas de componer, de escribir, de cantar no aguantaron las rejas de ese encierro forzoso, y, animados por sus jóvenes componentes, terminaron de rematar el repertorio de Los okupas de la luna, una comparsa creada especialmente para este año sin carnaval. Entonces no sabían ni cómo ni dónde la estrenarían, pero sí sabían que querían terminarla y enseñarla al público. Pocas veces se les resiste una meta.

Y esa meta se ha alcanzado este sábado 26 de junio en el Teatro del Títere La Tía Norica, la primera de dos noches para presentar esta agrupación, la única completa, junto a Carretera y Manta de David Carapapa, que tendrá este 2021.

Los Okupas narran en su presentación, protegidos con vistosos trajes de astronautas, que son unos gaditanos deseosos de escapar de un mundo que se desmorona a sus pies. Saben que echarán de menos su tierra. Pero tienen ganas de volar por encima del miedo y la incertidumbre que ha traído esta pandemia. Es una presentación sencilla, dulce, bien cantada, como siempre en esta joven comparsa que rezuma buen gusto y huye de cualquier estridencia.

El grupo que, venía de acumular primeros premios en juveniles, y triunfó con Los Niños Sin Nombre (quinto puesto de 2019) y mantuvo el gran nivel en Ciudad de Dios (semifinalista de 2020) se ha renovado con la incorporación de Alicia, Álvaro y Nono. Además, Óscar Mosteiro y Piru prestaron su música y voz al estreno. Es un conjunto perfectamente engrasado, solvente, nada falla.

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Los pasodobles, sin piruetas y varios pellizcos, empiezan abordando las consecuencias de la pandemia. "Cómo no voy a cantarte", le dicen a su ciudad, para luego echar en falta los besos que no se han dado en una letra preciosa a las madres. Hay también mensajes políticos, en contra de las apelaciones a la libertad que se hicieron en las elecciones de Madrid o un contundente y duro retrato al adiós de Pablo Iglesias. Destacan sobre todo la certera reflexión sobre las mentiras y la verdad en los medios de comunicación, y una preciosa oda al tiempo que no se dedica al amor.

Tomate y Piru emulan a los surfistas de Vera Luque y se marcan tandas de tres cuplés con un divertido estribillo. Porque es verdad que en la luna los problemas tienen menos gravedad. Por ahí sobrevuelan Rociito, Juan Carlos, el cierre de célebres comercios, El Millonario o menciones de actualidad al precio de la luz, entre otros temas.

Y se sella el repertorio con un popurrí de cuatro cuartetas. Cantan a la nostalgia que sienten por su ciudad, hacen alegorías políticas, interpretan un bello bolero a la luna y se marcan un feliz tanguillo.

Los Okupas de la Luna es un feliz reencuentro con el carnaval de Cádiz. Un aperitivo refrescante para los que tienen sed de coplas. Es un dulce de pastelería bien servido, sin aditivos. Almíbar para el oído. Es una declaración de amor de los autores y sus componentes a su fiesta y a su ciudad. Completar un repertorio completo de carnaval sin esperar nada a cambio tiene mucho mérito. Pero es más que un regalo. Es también la demostración en firme, y ya van tres, de que aquí hay futuro.

Nadie sabe lo que pasará en el carnaval en los próximos años. Pero ya está claro que estos astronautas tienen luz propia. Ya se sabe que estos niños (y esta niña) no son estrellas fugaces.