Él también es un héroe
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"Él también es un héroe". Firma de opinión de Salvador Ruiz
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Córdoba
En la noche más corta del año todos tendemos a hacer balance del curso que termina. Ciertamente, para la mayoría estamos ante el más difícil que podemos recordar. Mención especial merece, sin duda, la comunidad educativa. Aquellos profesores y profesoras que comenzaron el curso con la incertidumbre de quien es enviado a la guerra, sin más defensa que unas mascarillas, gel y unas medidas de prevención cambiantes, donde orden y contraorden se sucedían sin que nadie supiera muy bien por qué. Y con ellos, un alumnado que tuvo que interiorizar un protocolo que en muchos casos superaba con creces su madurez y su capacidad de comprensión. Cada día, cada semana, era una victoria. Una vez más, se ha demostrado que los maestros y las maestras son la verdadera élite de esta sociedad, que tienen en sus manos no sólo el futuro, sino también el presente continuo de hacer de este mundo un lugar mejor. Y esto en todos los niveles de la educación, desde infantil hasta la Universidad, aunque a éstos últimos nunca se les haya llegado a considerar (lamentablemente) una profesión esencial, vacunable quiero decir, aunque la docencia sí fuese presencial. Se terminó el curso de la COVID-19, el de los confinamientos por contactos estrechos y de las PCRs positivas, el del dolor por la pérdida de seres queridos que hizo que los docentes tuvieran que adoptar roles de psicólogos, sacerdotes o consejeros. Acompañar, formar, ayudar a convertirse en personas plenas y realizadas. Y todo pese al todavía discutido reconocimiento social, que se refleja, entre otras cosas, en un salario mediocre. Ojalá después de esto recordemos que de esta crisis salimos, entre otros, por el trabajo de los docentes que pusieron su vocación y su compromiso por delante de su propia salud. Que cuando un chico diga en casa que quiere estudiar magisterio genere a su alrededor algún entusiasmo. Él también es un héroe.